Hoy los mirlos están alborotados
viernes, 4 de mayo de 2012
Lluvia
viernes, 27 de abril de 2012
jueves, 26 de abril de 2012
Vivir y escribir
Puede que no sucediese así
pero da igual la forma.
Imagina que la conocí en un Bar de copas.
Yo estaba solo, en la barra, pegándole a la ginebra y ausente entre la gente que me rodeaba.
Fue ella quien se acercó a mi.
Me dijo que se llamaba Marta, pero que sus amigos la conocían como "brujita".
- Bonitas tetas brujita - le piropeé.
Brujita rió y me cogió de la mano.
Tienes unas manos muy masculinas - me dijo - quiero leerte las lineas ¿puedo?.
- Claro que puedes... lee lo que quieras, amor.
- Veo una linea de la vida muy larga y muy gorda.
- Si... la tengo muy larga y muy gorda... ¿no ves nada más?.
- Veo que vas a estar follando en treinta minutos.
- ¿Y será en tu casa o en la mía?.
- Será en mi casa.
Imagina que sucedió así,
aunque en el fondo no importa realmente como sucedió,
lo importante es saber que cogidos de la mano salimos de aquel Bar bajo el amparo de la noche y la luz tibia de las farolas.
No eramos dos enamorados. Eramos dos personas solitarias más de este jodido planeta que se habían encontrado en mitad de una noche cualquiera, en un lugar cualquiera, a una hora cualquiera, y que deseaban quemar sus naves con la complicidad de un cuerpo desconocido.
Una semana después hemos vuelto a quedar en una cafetería del centro, y es aquí donde me veo. Tomando té y escuchando todos los detalles de su vida perfecta. Una vida que gira sobre un eje magistral en el que no hay ni un solo problema. Me habla de lo bien que acabó el divorcio con su ex marido, de la vida bohemia y apasionante que llevaba con un ligue que tuvo antes de conocerme , las buenísimas calificaciones de su hijo pequeño en el colegio, del percing que se ha puesto su hija mayor en las tetas...
¿Que buscas en mí brujita?... ¿ya no eres una chica solitaria?.
Conozco sus piernas y su culo. La he tenido gimiendo como una loca
lamiéndome
sudando
comiéndonos los sexos.
Con lo que es esta hija de puta en la cama y ahora se las da de mujer seria y formal.
Me equivoqué.
Ella tiene una vida.
Soy yo el único de los dos que está solo
en este jodido planeta.
miércoles, 8 de febrero de 2012
Desde la ventana se ve el mundo
Se levantó de la mesa y se dirigió al cuarto de estar donde se puso a mirar por la ventana. Vió una camioneta blanca que recorría la oscura y desierta calle a muy poca velocidad. La camioneta se detuvo en un espacio vacio frente a la ventana de su casa. Se llevó los dedos al labio al ver a un hombre y una mujer en el asiento delantero y dos niños en el asiento trasero. Bajaron todos del vehículo y comenzaron a hurgar en los contenedores y cubos de basura. "Mira Papá, hay fruta" - oyó decir a uno de los niños, antes de echar las cortinas y dejar a aquella familia desaparecida como por ensalmo bajo la oscuridad de la noche.
Entonces volvió de nuevo a la mesa de la cocina. Se sirvió un Whisky, dió un trago y se lo llevó al baño. Se cepilló los dientes con tranquilidad. Escuchó a Carmela gritarle desde la habitación - ¿Que hora es?... ¡Dios Santo me he dormido! - Duerme cariño, estoy buscando una cosa - contestó.
Se le cayeron varias cajas del armario de las medicinas.
- ¿Donde estan las aspirinas?- preguntó.
Volvieron a caer más cosas del armario de las medicinas al suelo.
Pero ya no importaba, todo, dentro y fuera de su hogar,
de una forma u otra se estaba viniendo abajo.
A veces funciona, a veces no
Tengo el bolsillo de mi albornoz lleno de notas.
Me juego el huevo izquierdo a que todas esas notas
las he escrito borracho. Por eso las guardo.
A veces saco alguna y la leo
y casi nunca recuerdo cuando fue escrita.
Hoy encontré una que decía:
"Eres una buena persona".
Desgraciadamente no recuerdo porqué motivo
escribí aquello.
Ya te digo, son simplemente notas.
Las guardo en el bolsillo del albornoz, como si fuera un desván
donde se guardan cosas de una persona
a la que un día encerraron
y se olvidaron de ella.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
El hombre solitario
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Cuento absurdo de mañana perdida en la oficina del INEM
Razonamiento estúpido en una mañana perdida en la oficina del INEM
viernes, 4 de noviembre de 2011
A una gota de lluvia
De mis recuerdos vengo
jueves, 3 de noviembre de 2011
Seamos sinceros, amor
martes, 25 de octubre de 2011
Palabras robadas
viernes, 21 de octubre de 2011
Con barbas y a lo loco
jueves, 13 de octubre de 2011
Los restos
miércoles, 1 de junio de 2011
Ahora o nunca. Kilómetros de asfalto
Al salir de la tienda la noche era plácida y una luna de metal se batía en el cielo.
Decidió entonces encender un cigarrillo. El reloj marcaba las dos y media y una ansiedad descomunal le recorría el pecho cada vez que pensaba en volver a casa. Imaginaba los cacharros sucios y amontonados en el fregadero. La cama sin hacer desde hacia días con las sabanas arrugadas y necesitadas de un buen mareo en la lavadora. Imaginaba la ventana del salón con las vistas de siempre, los cuadros del pasillo, los muebles antiguos propiedad del casero y el silencio constante y asesino del pequeño apartamento. Pensar en todo aquello le producía nauseas.
Para él, volver a casa era igual que cavar un hoyo en el cementerio.
De tal forma caminó calle abajo hasta llegar al Parque Central. Se sentó en uno de los bancos de la entrada, abrió la tableta de chocolate y se comió solo la parte de chocolate negro. La mitad de chocolate blanco la guardó en uno de los bolsillos de su chaqueta. Encendió otro cigarrillo y continuó sin rumbo calle abajo dirección a la Gran Avenida.
Fue allí donde vió un autobús lleno de gente de otra ciudad o de otro país, que circulaba lentamente acaparando todo el ancho de la calle y se preguntó que pasaría si subiera al primer autobús que encontrara por muy lejano que fuera su destino.
Era una locura pensar aquello a pesar de que la misma pregunta ya le había rondado la cabeza otras veces. Incluso de niño. Ya siendo un chaval lo intentó, pero abandonó la hazaña porque no tuvo ni el dinero, ni la valentía suficiente. Pero ahora era un adulto y la situación había cambiado mucho. Con los ahorros del Banco podía tirar unos meses sin preocupaciones y lo mejor de todo, o peor, era que nadie iba a preocuparse por su ausencia.
Además, los viajes en autobús siempre le habían parecido espléndidos. Rodar de noche por carreteras secundarias y ciudades vacías viendo pasar las luces de neón de los burdeles y las áreas de servicio tenia un encanto especial. Y aún más si podía compaginar la lectura de un buen libro con los ronquidos del compañero de viaje que le tocara a su lado.
No supo explicarse el porqué, pero sintió la tremenda necesidad de tomar una decision al respecto. Las piernas le temblaron y un "ahora o nunca" pudo oirse desde lo más profundo de su ser. Paseó las manos por la frente empapada de sudor y recordó la primera frase de "El jugador": "Vuelvo, por fin, tras una ausencia de dos semanas". Si, eso sonaba bien. Dos semanas. Pensó que no estaría mal desaparecer ese tiempo. Un tiempo razonable y suficiente para cometer una locura de tal calibre.
- ¡Hazlo! - se gritó en voz alta. Y eso hizo. Caminó en dirección a la estación de autobuses durante cuarenta minutos a través de la noche obstinado con la única idea de subir al primer autobús que partiera. Todo aquello parecía un disparate, pero también parecía una salida. "Podría hacerme pasar por un escritor que viaja buscando tranquilidad para terminar su novela", pensó. "O también podría hacerme pasar por un detective privado, taciturno y borracho, que viaja para cubrir un importante caso de asesinato", pensó tiempo después. - O todavía mejor - dijo esta vez ya en voz alta - podría hacerme pasar por un tipo normal que viaja a una ciudad desconocida en busca de su amor.
Si, aquella idea le gustó. Viajaría a donde le llevara el destino y allí encontraría a la mujer de sus sueños. Apretó fuertemente las manos de forma que dibujo dos puños redondos como pelotas de béisbol y aligeró el paso hacia la estación.
Al llegar se detuvo a fumar el que pensaba que sería el último cigarrillo antes de partir. Luego le esperaba Cáceres, Irún, Segovia, Jaca, Marbella o cualquier otro lugar.
En las escaleras de la estación había vagabundos tumbados, chicos rumanos que se lo hacían de chaperos y dos agentes de la Policía Nacional que se reían con un tipo que les explicaba algo tartamudeando de forma anormal.
Apagó el cigarrillo y subió las escaleras con paso firme hasta llegar a la puerta de entrada y empujó. La puerta permaneció cerrada. Empujó de nuevo, esta vez con más fuerza, pero fue inútil. Uno de los Policías se acercó a él y le miró de arriba a abajo con unos ojos inyectados en sangre antes de escupir con voz ronca y chulesca:
- ¿Qué busca... no ve que la estación está cerrada? Abre a las seis. Ahora solo tiene servicio de llegada de autobuses. Hasta las seis no sale ninguno. - En aquél momento le entraron ganas de derrumbarse. Masculló entre dientes un "gracias" al agente y comenzó a bajar las escaleras de la estación sintiendo la mirada implacable del policía en su espalda. Le dolió ver como se le rompían los planes. Las palabras del agente le sentaron como un jarro de agua fría en una mañana fría de invierno. Miró el reloj, que marcaba las tres y veinte y claudicó al pensar en esperar tres horas.
-Era ahora o nunca - se dijo consternado - era ahora o nunca.
De vuelta caminó por las mismas calles de antes, aún húmedas por la lluvia caída de la tarde, fumando y mirando letreros apagados, bares cerrados y Taxis inquietos que recorrían la ciudad. Encontró en uno de los bolsillos de la chaqueta media tableta de chocolate blanco y dio un bocado. El resto lo tiró a la basura.
- ¿A quien coño le gusta el chocolate blanco?- pensó.
En la Gran Avenida se cruzó con un autobús repleto de gente de otra ciudad o de otro país y les maldijo en voz alta. Solo la luna de metal que brillaba en el cielo pudo oír tales improperios.
Quiso volver a casa pero no pudo. Prefirió quedarse sentado en uno de los bancos de la Gran Avenida. Allí fumó viendo pasar coches, barrenderos y autobuses a lo largo de toda la noche.
Cada coche, taxi o autobús que veía le hacía caer en la cuenta de
lo pequeñas que eran las cosas que había logrado en la vida al lado de las que había perdido.
A las seis de la mañana se tumbó en el banco y se quedó dormido.
Nadie más le prestó atención aquella noche. Solamente yo,
que te lo he contado.
jueves, 26 de mayo de 2011
Hablando un ratito de política
jueves, 5 de mayo de 2011
Confesión a mis vecinos
martes, 3 de mayo de 2011
Una simple excusa
que es el eco de la voz
de un psicoterapeuta que grita
"No todo va a ser follar".
En el espejo se esconde
el gentlman y el suicida
un perro famélico que aulla
mientras la vida se oxida.
El espejo es una ciudad vacía
este poema en singular
una realidad desubicada
de la misma batalla, de la misma derrota
de todos los días.
La inspiración ayuda
¿pero que es la inspiración?
o delatar a mi corazón y escribir:
y el espejo es el alma
su aliento en mi cuello
y la música de Dylan.
Yo soy el "Tambourine man"
que en el cascabeleo de las mañanas
El espejo es el cobrador del frac
trasegar y olvidar
y seguir trasegando
y descalzo caminar
cualquier senda que no lleve a Roma.
Solo un idiota pierde el tiempo escribiendo poesía
y de viejo se arrepiente, de eso
estoy seguro.
Solo un idiota pierde el tiempo
mirándose en el espejo
sin ver más allá
de lo que hay detrás de su culo.
El espejo es todo eso y algo más.
Entonces pienso, que la sed y el agua
son lo mismo.
miércoles, 23 de marzo de 2011
De aprendizajes
martes, 22 de marzo de 2011
Cada uno a su manera
el cielo siempre avisa
cuando va a llover.
Ella
y escarbó
hasta dar con algo
y se lo llevó.
desapareciera
lo único que oí
fue algo tan familiar
como el sonido de la cisterna
del water.
viernes, 18 de marzo de 2011
Palabras robadas
martes, 8 de marzo de 2011
Tráfico 7:58 am
Fuera
el ruido de los coches
es una jaula
una trompeta que quiebra la mañana
provocando punzadas en mis oídos
mientras dos viejas
encorvadas
cruzan el paso de peatón
con sus vidas atadas
a los tobillos.
Absorto en mí,
pienso
que el hombre del tiempo
llevaba razón
y
el día ha nacido hoy
plateado
con polvo en el viento
y los niños pisan los charcos
de la calle principal
en dirección al colegio.
Absorto en mí,
pienso
en la condición humana
en el valor de las cosas
en el valor de los sentimientos.
Todo se relaciona.
Todo interactúa
en mi cerebro
hasta confirmar
lo más detestable
que un ser humano puede
confirmar:
el amor es una alcantarilla
donde tiramos los sueños.
Dejando a un lado
el terrorífico tráfico
de un lunes lluvioso
de invierno
solo
vuelvo a ser normal
cuando
el tipo del coche de atrás
toca el claxon
y se caga en mis muertos.
Absorto en mí,
pienso
que
el semáforo
y
la vida
hace tiempo
que
cambiaron de color.
lunes, 14 de febrero de 2011
Palabras robadas
Niño que va para maduro, o para viejo; y al que la idea no le disgusta en absoluto."
Drieu La Rochelle: De la novela "Una mujer en su ventana"
Cortocircuito
Soy la sombra.
El frio.
Un Forty-niners muy lejos de California.
La rutina me acuna
con su lengua de trapo.
Y un cortocircuito en mi cabeza
me enloquece
mientras la gente
sonrie al pasar
nadie sabe
que estoy a punto
de hacerme inmolar
y explotar a todos
por los aires
por una causa personal e intransferible.
Tranquilo, me digo.
Me relaja saber
que hay traficantes de tristeza
en todas las esquinas.
Compro un gramo.
Hoy abriré solo la boca para bostezar.
Por ejemplo
Un libro de poemas.
Somos eso que tu sabes
y que me gusta oirte decir.
Amor.