Y mis recuerdos nacen
en adoquines de granito
macacos rebosantes de aceitunas
la calle de la iglesia
Enrique con su mula
y correr bajo la lluvia y el barro de Mirandilla.
De mis recuerdos vengo.
De un pueblo blanco escondido en una esquina
de la sierra norte de Sevilla.
Mis ojos no ven la vida igual
que los ojos de los peces de ciudad.
Yo no pertenezco a los atascos matinales
a la hipocresía del "Buenos días" en el ascensor
y a los bloques de pisos con ropa tendida.
Mis recuerdos son
el rumor de las babuchas de mi madre
dirigiéndose a la cocina.
1 comentario:
Precioso escrito compañero. Venimos de nuestros recuerdos;
ellos tienen la culpa de lo que somos; también de lo que no seremos. Si por casualidad somos algo. Te ví o no te ví. Esa es la cuestion.
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