Sentado en
el bar con un libro entre las manos
me quedo mirando a dos chicas con faldas que atraviesan corriendo la calle bajo un paraguas.
Van riendo
felices de pisar los charcos y mojarse las piernas.
Llueve ¿pero a quien coño le importa?.
Torno la cabeza al libro
y leo a Gil de Biedma
para enjuagarme la cabeza con palabras tristes.