miércoles, 10 de diciembre de 2008

Con permiso

Un buen escritor
debe saber siempre
lo que quiere decir.

Un buen escritor
nunca puede decir
cosas sin sentido.

Eso no lo hace un buen escritor.

Es por eso
que yo
si me lo permito.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Ciudad

Miles de pequeñas
ventanas brillantes
se dibujan
a lo largo del infinito
como luciérnagas
en una noche de verano,
escondiendo las vidas
de miles de personas dentro,
todas tan iguales
y
a la vez tan distintas.

Así es la ciudad.
Tan feliz como
un niño en el parque,
tan triste como
un cementerio
de poemas.

lunes, 1 de diciembre de 2008

A pesar de todo

Recuerdo que aquella noche
comenzamos a discutir.
Tu habías bebido bastante.
Yo había bebido bastante más.
Tu me llamaste capullo integral
y
yo te llamé víbora asesina.
Entonces cogiste un libro
de la estantería
que resultó ser la Bíblia
y
me lo lanzaste
a la cabeza.
Recogí el libro del suelo,
lo abrí
y
leí: " El amor es sufrido y bondadoso.
El amor no es celoso, no se vanagloria,
no se hincha,
no se porta indecentemente,
no busca sus propios intereses,
no se siente provocado.
No lleva cuenta del daño.
No se regocija por la injusticia,
sino que se regocija con la verdad.
Todas las cosas las soporta,
todas las cree, todas las espera, todas las aguanta."

Nos quedamos mirándonos
a los ojos
y
echamos a reir.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Hoy los mirlos vuelan alborotados

Porque la inspiración se va
pero vuelve,
igual que una puta barata
callejeando en una noche fría.
Porque hoy los mirlos vuelan alborotados
al leer "un telón de hojas"
y
una despedida.
Porque el corazón a veces
necesita hablar.
Porque el idioma del corazón
es la poesía.

Sé que volverás.
Sé que volverás algún dia.

A partir de ahora al ir a dormir,
echaré de menos saber de tí,
Aureliano Buendía.

martes, 25 de noviembre de 2008

Falsas teorías

-¿Cual es tu libro favorito? - preguntó Rocío.
-Pues...ahora que lo pienso...no podría decirte.
-¿Y tu escritor favorito?
-No se...tampoco podría decirte...son muchos.Y pensándolo bien,
me acabo de dar cuenta de que no
tengo nada favorito.
Creo que lo favorito no existe. No hay nada
en la vida que una persona pueda considerar como
lo mejor, por que siempre habrá algo que le satisfaga igual.
Lo único que podemos hacer es darle el mayor valor
a las cosas que tenemos...¿me entiendes nena? como
dijo Marcel Proust; "el verdadero viaje de descubrimiento no
consiste en buscar nuevas tierras, sino en ver con nuevos ojos".

- Pues mi libro favorito es "El jardín de los cerezos"
y
mi escritor favorito Octavio Paz -espetó Rocío con una
seguridad despectiva, mientras mordía un padrastro de una
de sus uñas- solo hay que tener las ideas un poco claras, cariño.
Pero tu nunca has tenido nada claro.
Así que anda, deja de filosofear y sal a tirar la basura que
es tarde. Yo me voy a la cama.

Cogí la bolsa de basura.
Salí a la calle y noté un frio de mil cojones.
Corrí hasta el contenedor, arrojé la bolsa y corrí de nuevo a casa.
Al entrar en la habitación Rocío se hacía la dormida.
Me desnudé, me metí en la cama y me abrazé a ella con cariño.
La besé en la frente, apagué la luz y dije:
-Es cierto nena, mi teoria es falsa. Este es mi momento favorito del día.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Mi bohemia

(Fantasía)

Me iba, con los puños en mis bolsillos rotos...
mi chaleco también se volvía ideal,
andando, al cielo raso,
¡Musa, te era tan fiel!
¡cuántos grandes amores, ay ay ay, me he soñado!

Mi único pantalón era un enorme siete.
Pulgarcito que sueña, desgranaba a mi paso
rimas.
Y mi posada era la Osa Mayor.
Mis estrellas temblaban con un dulce frufrú.

Y yo las escuchaba, al borde del camino
cuando caen las tardes de septiembre, sintiendo
el rocío en mi frente, como un vino de vida.

Y rimando, perdido, por las sombras fantásticas,
tensaba los cordones, como si fueran liras,
de mis zapatos rotos, junto a mi corazón.


Arthur Rimbaud

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Vivir solo

Cuando desperté eran
las diez de la mañana.
Fuí al cuarto de baño.
Me lavé la cara,
los dientes,
y
me vestí con la misma
ropa del día anterior.

Peiné una calva que
no hace muchos años
albergó miles de pelos
y
guiñé el ojo con complicidad
al tipo que me miraba en el espejo.
Salí a la calle.
Compré el periódico
en el quiosco de la esquina
y
entré en un bar.
Desayuné tostadas
y
café.
Salí del bar
y
entré en otro bar.
Y
de este no salí
hasta las once
y
media de la noche.
Volví a casa.
Me duché.
Cené restos de
la cena del día anterior
y
bebí Whisky
y
fumé cigarrillos
víendo una película
de Steve McQueen.
Entré en el cuarto de baño.
Esquivé al tipo del espejo.
Me lavé los dientes
y
cagué el corazón
en el water.
Entré en mi habitación.
Puse música clásica
en el transistor,
me desnudé
y
me metí en la cama.
Apagué la luz
y
cerré los ojos.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Todas menos mi madre

Francisco de Quevedo
parafraseando a una mujer
escribió:

"Sabed vecinas,
que mujeres
y
gallinas,
todas ponemos,
unas cuernos
y
otras huevos".


Francisco, creo
que por eso fuistes tan grande.

No entendías de muchas
cosas.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Dentro de unos años me entendereis

Gabriel Celaya dijo:

"la poesía es un
arma cargada de futuro".

Es cierto.

Dentro de unos años
me entendereis.

Los tiempos están cambiando (The times they are a changin)

Venid agruparos a mi alrededor gentes
que andáis errantes por cualquier lugar
y admitid que las aguas
alrededor de vosotros han crecido.
Y aceptadlo pues pronto
estaréis calados hasta los huesos.

Si según vosotros vuestra época
merece ser salvada
entonces mejor comenzad a nadar
u os hundiréis como una piedras.
Porque los tiempos están cambiando.

Venid escritores y críticos
que profetizáis con vuestra pluma
y mantened vuestros ojos abiertos.
La oportunidad no volverá a repetirse
y no habléis demasiado pronto
pues la rueda todavía está girando
y no está diciendo a quien
va a designar
pues el perdedor ahora
va luego a ganar.
Porque los tiempos están cambiando.

Venid senadores, congresistas.
Por favor haced caso de la llamada.
No os quedéis en la puerta de entrada.
No bloqueéis el vestíbulo
pues va a dañarse.
Aquel que se haya atascado
hay una batalla afuera.
Y está bramando.
Esto pronto sacudirá vuestras ventanas
y hará retumbar vuestras paredes.
Porque los tiempos están cambiando.


Venid madres y padres.
A lo largo y a lo ancho de la tierra
y no critiquéis
lo que vosotros no podéis comprender.
Vuestros hijos y vuestras hijas
están fuera de vuestro control.
Vuestro viejo camino se está
haciendo viejo rápidamente.
Por favor, apartaos del nuevo
si no podéis echar una mano
Porque los tiempos están cambiando.
La línea está trazada.
La maldición está echada.
El lento ahora,
luego será rápido.
Como lo que ahora es presente,
luego será pasado.
El orden se está
desvaneciendo rápidamente,
y el primero ahora
más tarde será el último.
Porque los tiempos están cambiando.


Bob Dylan.

martes, 11 de noviembre de 2008

Instrucciones para pensar

Sírvete
una copa con la
bebida que más te satisfaga.
Coge cigarrillos
y
siéntate en el sillón
más cómodo que tengas.
Entonces,
en silencio,
da un trago a la copa,
enciende uno
de los cigarrillo
y
piensa.

Es fácil.

Perdona mamá

Aunque siempre

te dijera que no

y

me hiciera el remolón

esquivando tus labios,

quiero que

sepas

que me encanta

abrazarte

y

que me comas a

besos.

Solo era chulería

barata de quinceañero.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Lo que ves en el espejo

A mi padre.





Con veinte años me miraba en un
espejo
resquebrajado
de un motel de Barcelona
y veía un rostro soñador
que se peleaba
contra los
muros
del mundo.

Ahora solo
veo en el espejo
un rostro
vencido.

Lo que queda es lo que
ves.
Es duro.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Romance de Curro "el palmo"

La vida y la muerte
bordada en la boca
tenía Merceditas
la del guardarropa.
La del guardarropa
del tablao del "Lacio",
un gitano falso
ex-bufón de palacio.

Alcahuete noble
que al oír los tiros
recogió sus capas
y se pegó el piro.
Se acabó el jaleo
y el racionamiento
le llenó el bolsillo
y montó este invento,
en donde "El Palmo"
lloró cantando...

Ay, mi amor,
sin ti no entiendo el despertar.
Ay, mi amor,
sin ti mi cama es ancha.
Ay, mi amor
que me desvela la verdad.
Entre tú y yo, la soledad
y un manojillo de escarcha.

Mil veces le pide...
y mil veces que "nones"
de compartir sueños
cama y macarrones.
Le dice burlona...
..."Carita gitana,
cómo hacer buen vino
de una cepa enana".

Y Curro se muerde
los labios y calla
pues no hizo la mili
por no dar la talla.
Y quien calla, otorga,
como dice el dicho,
y Curro se muere
por ese mal bicho.

¡Ay! quién fuese abrigo
pa' andar contigo...

Buscando el olvido
se dio a la bebida,
al mus, las quinielas...
Y en horas perdidas
se leyó enterito
a Don Marcial Lafuente,
por no ir tras su paso
como un penitente.

Y una noche, mientras
palmeaba farrucas,
se escapó Mercedes
con un "curapupas"
de clínica propia
y Rolls de contrabando
y entre palma y palma
Curro fue palmando.

Entre cantares
por soleares.

Quizá fue la pena
o falta de hierro...
El caso es que un día
nos tocó ir de entierro.
Pésames y flores
y una lagrimita
que dejó ir la Patro
al cerrar la cajita.

A mano derecha
según se va al cielo,
veréis un tablao
que montó Frascuelo,
en donde cada noche
pa' las buenas almas
el Currito "El Palmo"
sigue dando palmas.

Y canta sus males
por "celestiales".



Joan Manuel Serrat

miércoles, 5 de noviembre de 2008

De lo que realmente somos

El cigarro es consumido
por el tiempo.
Y
el humo es su alma.
Igual que nosotros.

Tambien terminaremos
siendo ceniza.

martes, 4 de noviembre de 2008

¡No te atrevas a usar los puños!

El reloj marcaba las 11’30 p.m
y
mi culo descansaba en uno de los bancos de la Plaza Nueva.
El dia se antojaba apetecible.
Aquella mañana habia salido de la cama más temprano de lo que acostumbro.
Desayuné en un bar una tostada con una enorme taza de café,
leí el periódico,
jugué dos euros a una tragaperras,
gané un billete de cincuenta
y
abandoné el bar con la sensación de querer comerme el mundo.
Sentía ese feeling que a veces sientes con todo lo que te rodea .
Con los perros,
los pajaros,
las flores,
las casas,
los edificios en ruinas,
el aire que respiras,
los niños que cargan grandes mochilas hacia el colegio,
las señoras mayores,
el cartero,
la china del ultramarinos.
Todo parecía haber sido creado de una forma perfecta para que mi vida encajara en ello.
Era una sensación que también podría definirse como felicidad.

De tal forma que, guiado por la felicidad,
caminé saboreando la dulzura de la mañana entre mis labios
hasta llegar a Plaza Nueva.
Allí me senté en uno de los bancos,
saqué un cigarrillo
y
me dispuse a fumarlo con la única distracción de mirarle las piernas a una chica francesa
que poco antes me había realizado una encuesta sobre mis preferencias musicales.
En una de las cuestiones,
me preguntó que grupo prefería ver en concierto,
a elegir entre El Barrio,
El canto del loco o
La oreja de Van Gogh.
"Es imposible verme en uno de esos conciertos, nena, yo soy de “los Creedence” y de Mozart.
Pero contigo iria a cualquiera".Le contesté.
Me miró con sonrisa picarona
y
pasó a la siguiente pregunta.
Cuando terminó el "interrogatorio", le pregunté si no me iba a pedir mi número de teléfono.
Me miró con sonrisa picarona
y
se marchó detrás de una señora.
Así que decidí sentarme a fumar un cigarrillo
y
mirarle las piernas.
Pero llevaba solo unos minutos alli sentado cuando oi el comienzo de unas voces en el centro de la plaza.
Era alguien que gritaba,
y
parecia una mujer.
Dí un brinco
y
me puse de pie.
Alcé el cuello como un avestruz
y
busqué.
Entonces ví a una mujer que corria histérica por el centro de la plaza gritando con toda la fuerza
de su alma “¡dejame!, Ahaaaaaaa!.
Un tipo con la cara desencajada corria tras ella.
Corríó hasta llegar a alcanzarla
y
agarrarla del brazo.
La mujer comenzó a gritar más fuerte
y
toda la gente que paseaba por el alrededor se quedaba inmovil
sin hacer nada.
Nadie reaccionaba.
Aquella mujer estaba siendo acosada.
El tipo la agarró de la cabeza
y
comenzó a sarandearla.
La mujer se limitaba a pedirle entre sollozos que la soltara
y
se olvidara de ella.
En ese momento me dí cuenta de que yo tambien estaba inmovil,
tampoco reaccionaba ante lo que estaba viendo.
Podía sentir en mi cabeza la sensación de miedo,
dolor
y
desesperación de aquella mujer.
Así que lancé el cigarrillo al suelo
y
corrí hacia los dos.
Me acerqué por detrás de ellos.
El hombre tenía a la mujer agarrada aún por la cabeza,
agarré al tipo del hombro
y
lo separé de la mujer.
Me arrojó una mirada amenazadora
y
le advertí que no se atreviera.
"¡No te atrevas a usar los puños!". Le dije.
Sentía como mi cuerpo comenzaba a crear enormes cantidades de adrenalina
para solventar aquella situación.
Entonces pensé.
Pensé que había pasado de estar felizmente sentado en un banco fumando un
cigarrillo
y
mirándole las piernas a un bombón francés,
a estar a punto de partirme la cara con un cabrón que no conocía de nada.
Pensé incluso que el tipo podía tener sus motivos.
Aquella mujer podía ser una ladrona que había robado en su tienda,
o podía estar huyendo por haber cometido un asesinato.
Y yo como un gilipollas haciéndome el héroe.

Fue entonces cuando el tipo sonrió satisfactoriamente
y
comenzó a aplaudir.
Me tendió la mano,
dió media vuelta
y
se dirigió a todas las personas que habían formado un circulo alrededor nuestra.
"Señoras y señores, somos actores.El ayuntamiento de Sevilla ha promovido
la idea de realizar distintas interpretaciones teatrales sobre la violencia de género
por toda la ciudad en un intento de acercar este problema social a toda la ciudadanía.
Así que amigo, no voy a utilizar los puños contra usted.
Se ha portado como un caballero".

Encendí un cigarrillo para tranquilizarme.
Respiré hondo
y
salí del círculo teatral con los ojos mirando al suelo.
Busqué al bombón francés, pero ya había desaparecido.
Jodidos artistas.
Al menos me hicieron descubrir que en el fondo no soy tan mala persona.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Esperando a la señorita muerte

Está sentado en el sillón
de la sala de estar
con la ropa de camilla
tapando sus piernas.
Calla
y
piensa.
Y
yo sé
que piensa en ella.
Me lo ha confesado varias veces.
El sonido del
reloj de la pared
poco a poco
se apodera de todos los rincones
vacios de la casa
y
de todos los rincones amargos de
su corazón.
Se siente morir
en cada segundo.
Ese tic-tac para él
son como disparos en la sien.
La casa está vacia.
Sus hijos con sus vidas.
Su ex-mujer con su vida.
Su gato con su vida.
La televisión enfermiza.
Los libros olvidados.
Las flores podridas del
del jarrón.
Las pastillas del
reuma en la mesa.
La araña funambulista
de la pared
y
su cuerpo cansado.
Sabe que en algún momento
llegará la señorita muerte
escondida
trás una nube gris
para llevarle a la oscuridad.

Sentado en el sillón
con la ropa de camilla
tapando sus piernas
y
no hace más que
rellenar el cenicero
y
esperar.

jueves, 30 de octubre de 2008

Democracia

Otra maldita tarde
de domingo, una de esas
tardes que algún día escogeré
para colgarme
del último clavo ardiendo
de mi angustia.
En la calle
familias con niños,
padres y madres
sonrosadamente satisfechos
de su recién cumplido
deber electoral;
gente encorvada sobre radios
que escupen datos, porcentajes
en los bancos.
Corderos de camino al matadero
dándole a escoger el arma
al matarife.

Roger Wolfe

Malditos críticos

Acabo de
leer la novela:
"Tokio ya no nos quiere".
La crítica advertía
de una posible
obra de arte
de la
literatura contemporánea.
Uno de
esos libros
que crearán estilo.
Una encuadernación
y
una portada espectacular.
Dentro,
cientos de páginas
escritas que
no dicen nada.
Pero eso si,
una encuadernación
y
una portada espectacular.

Malditos críticos...
¿por que me dejo engañar?

miércoles, 29 de octubre de 2008

En una servilleta de papel

Anoche

me miraste

como nunca lo habías hecho.

Tus ojos,

tan mios

como tuyos,

dejaron de ser

mios.

Juraste por Dios

que te marcharías

si no cambiaba

mi forma de ser.

Y yo con aire chulesco

te abrí la puerta.


Te fuistes diciendo

que me arrepentiría.

Y cerré gritando:

" ¡Yo soy el gran Arturo Bandini

nena, a mi ninguna mujer

puede hacerme daño!".

Y hoy al despertar

te busqué.


Te busqué como el niño perdido

busca a su madre.

Como el girasol

busca al sol.

Como la sangre

busca al corazón.

Pero tu ya no estabas.

Y lo peor de todo es que

yo no soy Arturo Bandini

y

la ausencia de tus ojos

si puede hacerme daño.


Así acabé

en la barra

de este tugurio

para desahuciados,

con los pies

llenos de barro

y

quemando mi esófago

con Whisky barato.

Rodeado de

perros de lluvia

que gustan bailar

al piano de

Tom Waits

mientras lloro

estas letras

en una servilleta de papel.

Aquí es impensable que

te encuentre.

Ya lo sé.


Pero quizás

consiga olvidarte.

lunes, 27 de octubre de 2008

Como animales en celo

Aquello tenía que
acabar.
No lo soportaba más.
Llevaba una semana viviendo
en aquel apartamento
y
estaba hasta los huevos
de escuchar follar
a la
pareja del piso de al lado.
La mujer gemía
de una forma anormal,
con unos gritos
tan escandalosos
como los que
daría una persona cualquiera
al recibir
una paliza.

La primera noche que dormí
en aquel piso
creí
de echo
que aquella mujer
estaba recibiendo una paliza
y
estuve a punto de llamar a la policía.
Fue solo que en el momento de
descolgar el teléfono
la mujer comenzó a gritar improperios
y
perversidades al macho ibérico
que tenia en la cama:
"¡¡más,más...cabrón...
demuestra que eres un hombre!!".
Era realmente desagradable.
Y aquello tenía
que llegar a su fin.

A mi me daba igual
que follaran,
que se dieran latigazos,
que se insultaran
o
que terminasen a ostias.
Si eso era lo que
los ponía cachondos,
vale.
Me daba igual.

Yo lo que quería era dormir.
Y duraban entre dos
y
tres horas todas las noches.
Si.
Entre dos y tres horas
todas las noches.
Así que aquella noche
tenía que ser la última.
Me levanté de la cama.
Me puse unos pantalones
y
salí al descansillo.
Me coloque delante
de la puerta y pegue el oido.
Desde allí no se oía nada.
Carraspeé,
paseé las manos por la cara
como si me la estuviese lavando con agua
y
llamé al timbre.
No abrían.
Así que llamé otra vez.
Esperé con la cabeza agachada
y
no abrían.
Así que volví a llamar.
Estaba dispuesto a
joderles el polvo.
Llamé al timbre nueve veces.
A la décima se abrió la puerta.
-¡¡Que coño pasa con tanto tocar
el timbre!!
Era un tipo tan grande como una Secuoya.
Joder, era enorme.
Tenía unos brazos tan grandes
como los de Bud Spencer
y
los ojos tan encolerizados
como los de un toro
en plena faena.
Solo vestía unos calzoncillos blancos
y
unas babuchas con forma de osito panda.
Supuse que las babuchas eran de su esposa.

Pero lo importante era que había llegado
el momento de dejar las cosas claras.
Había llegado el momento de ajustar cuentas
y decirle
a aquella enorme masa de carne y huesos
forrada de pelos
que hiciera el favor de decirle al animal de su
esposa que hiciera menos ruido
al follar.

Durante unos segundos me quedé
callado delante de aquel tipo,
pensando cual sería la reacción de
aquella bestia humana.
Tras pensarlo, me dispuse a hablar.

-Buenas noches, espero no molestarle,
soy el vecino de al lado
y
quería pedirle por favor si me puede
dejar utilizar su teléfono. He perdido
mi móvil y necesito hacer una llamada.

-¡¡No!!. - y cerró la puerta.

Ostias, vosotros no lo vísteis,
pero tenía los ojos como un toro
en plena faena.
Y es que se encontraba en plena faena
cuando yo lo interrumpí.
Volví a la cama,
me tapé la cabeza con la manta
y
me quedé en medio de la oscuridad
escuchando
a aquellos dos animales en celo.

domingo, 26 de octubre de 2008

Tótem

¿Merezco su presencia?
¿Me sacaré el sombrero?

Bien plantado en la tierra,
las nubes se enmarañan en sus duros cabellos.
Me detengo y escucho.
Sus millares de manos
rasguean en el aire una canción de lluvia:
"El clamor de lo verde".
Torna luego a la calma.
Aunque vive tan alto que ignora mi existencia
no quiero perturbarlo.
¡Quién pudiera decirme si es un dios o es un árbol!

Oliverio Girondo

viernes, 24 de octubre de 2008

Una mala noche

Son las cuatro de la
mañana
y
me acaba de despertar
el teléfono
fijo del salón.
Ha roto
el silencio monótono
de la ciudad
dormida.
Es un ruido espantoso
que se extiende por
todos los rincones
de la casa.
¿Quien será?
Dios santo...
puede
que a mi madre le
haya sucedido algo,
o a mi padre,
o a Encarna,
o a algún compañero
del curro.
Bueno... si es a un
compañero del curro
me la suda.
Descuelgo el teléfono
con pulso tembloroso
y
pregunto quien es.
-¿Está Lola?
-Aquí no vive ninguna Lola.
-Perdón, me he equivocado.
Hijo de puta,
ojalá esa tal Lola te haya
jodido la vida,
como tu me acabas
de joder la noche.

Solo una sombra, pero también un sueño

La veo desde
mi habitación.
Es una sombra viva,
silueta de mujer,
que se deja ver
y
se esconde
moviéndose
entre visillos en
la ventana de enfrente.
Imagino pasar
la noche
cobijado
al calor
del cuerpo de
esa sombra.
No estaría nada mal.

Parece que comienza
a quitarse
la ropa.
Debe estar
preparándose para
ir a dormir.
Y
creo que yo
debería hacer
lo mismo.

jueves, 23 de octubre de 2008

Ojalá todos los momentos fuesen así

Ha salido el sol

en las playas de Punta Umbría

y

sabes que aquí nadie

va a romperte

el corazón.

En el loro del coche

suena el

"Beast of burden"

de los

Rolling Stone,

mientras

tus piernas morenas

arden

en el salpicadero.

“I'll never be your beast of burden

never, never, never,

never, never, never, never be”

Puedo oír tu voz

con la cabeza sacada

por la ventanilla del coche

mientras el viento

acaricia mi cara.

Te doy un beso

en la frente

y

te acompaño cantando

“I'll never be your beast of burden

never, never, never,

never, never, never, never be”.

Piso fuerte el acelerador,

quiero llegar

a la playa

y

bañarnos desnudos

bajo este sol madrugador.

Imagínate

Un paquete de
Winston, tres cafés
y no sé cuantos
folios, para decirte
en un poema
que te quiero.

Imagínate
si me metiese
con tu cuerpo.


Karmelo C. Iribarren

martes, 21 de octubre de 2008

Que bueno es estar enamorado

Y mi corazón
como un avión en llamas.
Le he mandado tres mensajes
a su móvil
en los dos últimos días
y no me ha contestado.
Y mi corazón
como un avión en llamas.

Estaba pensando llamarla,
pero creo que quiere
ponerme a prueba.
Creo que quiere saber
si soy capaz de dormir por las noches
sin el
calor de su aliento en mi cara.
El problema es que también
me sobrevuela la idea
de que haya otro tipo
durmiendo en su cama.
Si es así, se acabó.
Y pensándolo friamente creo
que es lo que sucede.
Si.
Y no me importa.
Incluso pienso que si me abandona
volveré a vivir más tranquilo.
Regentaré de nuevo el Club de los solitarios y
brindaré con los viejos amigos que dejé,
si es que alguno sigue vivo.
Le he dado todo
lo que tenía en mi corazón
durante estos nueve meses
y
ya se ha cansado de mi.
¡Jodido amor!
¡Siempre termina doliendo!.

Suena mi movil y es ella.
Dice que ha perdido su teléfono y que
me quiere,
que echa de menos por las noches
el calor de mi aliento en su cara.
Menos mal...
que bueno es estar enamorado.

jueves, 16 de octubre de 2008

Hace años que bajé del ring

Cuando quieras llorar

aquí estará mi hombro.

Cuando quieras besar

aquí estará mi boca.

Cuando tengas frío

aquí estará mi cuerpo.

Cuando tengas miedo

aquí estarán mis brazos.

Cuando tengas sed

aquí estará mi sangre.

Cuando no tengas

fuerzas,

aquí estarán mis huesos.

Cuando quieras ver amor

aquí estarán mis ojos.

Cuando estés perdida,

yo estaré a tu lado.

Cuando quieras

algo,

lo que sea,

sabes que aquí estaré.

Nada

es

todo,

porque haré lo imposible

por dártelo.

Pero cuando quieras

peleas,

lágrimas,

gritos

y

dolores de cabeza,

no cuentes conmigo nena.

Cuando quieras eso,

ahí tienes la puerta.

El otoño se acerca

El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.

Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.

Y lo perdimos para siempre.


Ángel González

martes, 14 de octubre de 2008

La luna me lo contó

Había terminado con toda la comida de su plato.
Paseó las manos por su abultada barriga
como si se tratase de una embarazada y
abrió la boca para soltar un eructo parecido
al croar de una rana de 110 kilos.
Cogió su pitillera, sacó un cigarrillo y
bendijo a su mujer por aquella maravillosa cena.
Salió al porche, encendió el cigarrillo y
aparecieron sus dos perros labradores,
los cuales comenzaron a ladrarle y a correr alrededor suya,
colgando de cada uno una enorme lengua roja.
Estaban contentos de ver a su amo.

Había sido un buen día y era una buena noche.
Cogió su bastón de paseo y comenzó a caminar bajo
la única luz que proporcionaba una luna que le observaba
desde lo más alto del cielo.
Hacía un año que vivía junto con su esposa en aquella finca
en mitad de la sierra, aislados y alejados del mundanal
ruido de la ciudad y la vida urbana.

Caminaba sobre un suelo tapizado por un enorme
manto de hierba verde, deteniéndose a veces solo
para cerrar los ojos,
dar una calada al cigarro y
respirar el olor de aquel paisaje.
En aquel momento se sintió el hombre más feliz del mundo.
Siguió caminando hasta llegar a la cuadra
de su amado caballo llamado "fandango".
Tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó con el pie izquierdo.
Paseó su mano por todo el pelaje del animal.
Primero acarició la cabeza,
después el ancho y robusto lomo
y acabó trenzando los pelos de la cola entre sus dedos.
De pronto el caballo propinó una coz que dió en su cara,
cayendo al suelo muerto.
Quedó tendido rodeado por un gran charco de sangre,
mientras la luna le seguía observando desde lo alto del cielo y
el silencio de la noche era roto por los ladridos de uno de los perros.

Cuando se le cayó el sombrero

Bogart rodó su última escena cinematográfica
redactando un articulo en una vieja máquina de escribir.
El humo del cigarrillo subía desde sus labios
hasta chocar contra unos ojos medios cerrados,
mientras los dedos bailaban alrededor de las teclas
de la vieja Rémington.
Pero él tenía que haber acabado aquella escena
besando a la chica.
Aquella escena tenía que haber acabado así,
era la última, solo que él no lo sabía.
Debía de haberse quitado el cigarrillo de los labios
y decir: ”más dura será la caída, nena”.
Dejarla caer entre sus brazos
y
besarla con aquel
estilo de galán barriobajero.
Ese hubiera sido
un buen final
para el bueno de Humphrey.

lunes, 13 de octubre de 2008

El túnel

Como si fuese la boca de un gigante,
comienza a tragar
coches,
camiones
y autobuses humeantes.
Poco a poco
voy llegando a la entrada de su cuerpo
y
pierdo de vista
el final de la carretera.
Atravieso veloz y atemorizado
la oscuridad de
su estómago opaco.
Como si fuese el culo de un gigante,
comienza a expulsar
coches,
camiones
y autobuses humeantes.
Entonces surge
el silencio más hermoso
jamás oído
y el sol todavía sigue ahí.

El tunel
hace su trabajo,
nos abre su cuerpo para
dejarnos llegar
a nuestro lugar exacto.

Así funciona el mundo.

viernes, 10 de octubre de 2008

Ladrón de palabras

Esa diferenciación le parece anticuada e hipócrita. Le gusta tanto el rock como Mozart.
Para él la música es una liberación: lo libera de la soledad, del encierro, del polvo de las bibliotecas,
abre en su cuerpo una puerta por la que su alma entra al mundo para hermanarse. Le gusta bailar y
lamenta que Sabina no comparta esta pasión con él.
Están los dos en un restaurante y mientras comen se oye por los altavoces una sonora música rítmica.
Sabina dice:
—Esto es un círculo vicioso. La gente se vuelve sorda porque pone la música cada vez más alto. Y
como se vuelve sorda, no le queda más remedio que ponerla aún más alto.
-¿No te gusta la música? -le pregunta Franz.
-No -dice Sabina. Luego añade-: Puede que si viviera en otra época... —y piensa en el tiempo en que
vivía Johann Sebastian Bach, cuando la música era como una rosa que crecía en una enorme planicie
nevada de silencio.


Milan Kundera.
De su obra: "La insoportable levedad del ser"

martes, 7 de octubre de 2008

La lluvia sobre el mar

Veo caer la lluvia sobre el mar.
Apoyo la sien sobre el cristal de la ventana.
¡Quieto!, no respires.
El vaho difumina la imagen de esta mañana atormentada.
Tu sigues detrás mia, tendida medio desnuda en la cama.
Y te vuelves hacia mi sonriendome.
Ven nena, ven a ver caer la lluvia sobre el mar.
Apoya la sien sobre el cristal de la ventana.
Pero no respires.

El miedo

Un hombre sentado en la acera.
Tiene las piernas abiertas y
la cabeza apoyada en la pared,
con una expresión de temor en la cara
y unos ojos abiertos que no pestañean,
como si estuviese viendo un fantasma.
Solo que es su rostro lo que ve reflejado
en el cristal del escaparate que tiene enfrente.

El mayor miedo que una persona puede sentir
no es cuando nota que la muerte le va a besar los labios,
el mayor miedo que una persona puede sentir
es cuando se asusta de si misma y piensa;

¿este he terminado siendo?

domingo, 5 de octubre de 2008

Ladrón de palabras

"El motivo por el cual es tan maravillosamente difícil escribir libros
sobre Estados Unidos es que Estados Unidos es un océano. Hay
tanto océano de Unidos en Estados Unidos, que no se puede ver el
cielo ni el agua. Sólo el océano.
Bogas a la deriva en una masa interminable de agua durante diez o doce días.
La gente viene y va.
Tu vida está trazada por la compañía como en un mapa y parece muy regular,
muy bien regulada. En realidad te sientes caótico. Tienes la sensación
de estar corriendo con la manada, y la manada está en una estampida.
Ninguno sabe adónde va, pero todos nos mantenemos cerca del prójimo;
así nos sentimos más seguros, más cómodos.
Si de pronto alguno se quedase quieto, no siguiese la manada, se produciría una catástrofe.
Para impedirlo hay una orquesta a bordo. A la primera señal de pánico,
arranca la música.
Luego todos empiezan a girar en torno del vecino
nuevamente y comes esa deliciosa confiture que se llama Compota
Holandesa y que encontrarás en el menú, segundo renglón desde abajo,
entre el pan y manteca. No se cobra nada aparte por el pan y manteca.
Es gratis, como la música. Como el océano, que no te puedes quitar de
la conciencia".

Henry Miller.
De su obra "Nueva York, ida y vuelta"

miércoles, 1 de octubre de 2008

Recuerdos

-Mira pequeño...cuando Ulises volvió de sus periplos
¿sabes quien estuvo allí para recibirlo?
Su perro.
Lord Byron también dijo algo al respecto.
Este animal se quedaría al lado de tu cadaver
hasta morir por inanición...¡eso es amor!.
Siempre vuelve a tu mano para besarla,
aunque sea vieja y sucia como la mía.
¡¡Así que no te vuelva a ver tirarle más piedras!!

Aquel viejo borracho solo tenía aquel flaco perro en la vida.
Aquel flaco perro solo tenía aquel viejo borracho en la vida.
Y yo siete años de edad.

De tus caricias engañosas

¿Qué suspiro me acongoja de la piel para adentro?

Son tus dedos al tocarme,

es el aire que respiras al chocar contra mi pelo.

¡Pero basta!

No quiero más mala representación de teatro putero,

no quiero que calientes la sangre que llevo dentro,

más me bastaría solo para creer tus intenciones,

oír de tus labios “te quiero”.


Sino, vete.

Sabes que en la calle encontrarás a tipos dispuestos

a cargar con el infierno de tus besos.

Yo seguiré aquí sentado hablando con la luna.

martes, 30 de septiembre de 2008

El escroto vacío

- Pelayo traemé un café cortado, con la leche ni muy fría ni muy caliente...digamos que templada...
y dos sobresillos de azúcar. - Ordenó mi jefe.

- ¡¡Que te lo traiga tu puta madre cornudo fascista!! - contesté yo.

Creo que esa fue la causa de que me echaran de mi último trabajo.
De todas formas me daba igual.
Tenía ahorrado lo suficiente como para sobrevivir unos tres o cuatro meses sin trabajar.
Ahora tendría tiempo para rascarme las pelotas y escribir un poco.
Salí a la calle y respiré hondo.
Toqué mis pelotas y noté que estaban en su sitio.
Entonces me vino a la cabeza escribir un relato sobre
un tipo que amanece una mañana con el escroto vacío.

Miré las nubes y el sol.
Miré a una niña que comía un helado.
Miré mis manos y las imaginé escribiendo.
Tenía mis pelotas
tenía mis manos
y tenía una idéa.
La vida me seguía dando oportunidades.
Tiré la colilla,
comencé a tararear "House of the Rising sun" y
salí corriendo detrás de un perro que perseguía un gato.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Tarde o temprano


Habías tomado demasiadas copas y te creías

el rey del salón en aquella gala benéfica, rodeado de escritores, músicos y artistas.

Te acercaste a un famoso poeta que acudía acompañado de

una joven muy atractiva y te atreviste a retarle a un combate.

Querías comprobar quien de los dos era más duro.

Querías que la chica comprobara quien de los dos era más duro.

Pero la chica besó al poeta en los labios y

se lo llevó agarrado del brazo.

Y tu te quedaste de pie con una copa de vino en la mano en medio de aquel salón,

abochornado y solo.


Entonces vistes a la chica que amenizaba la cena tocando el piano.

Te pareció que era la chica más guapa que jamás habías visto, y

probablemente fuese la chica más guapa que jamás habías visto.

Desde entonces te dedicaste solo a beber y a observar a la chica del piano.

Cuando terminó, corriste hacia ella para conocerla, pero

no te atendió y entró en su camerino.

La esperaste en la calle con una fuerte lluvia hasta que salió.

Ahora vestía un traje rojo y una melena rubia caía por su espalda

como una catarata de agua dorada.

Tu la esperabas ansioso con la única intención de besar su mano y

robar su fragancia, mientras la lluvia calaba tu smoking alquilado y

destrozaba tus zapatos de domingo.

Cuando salió corriste a su encuentro y

la agarraste de la mano y

le dijiste "te quiero" mirándola a los ojos.

Entonces su acompañante se interpuso entre los dos y

empujó tu cuerpo lejos de ella.

Y tu te atreviste a retarle a un combate.

Querías comprobar quien de los dos era más duro.

Querías que la chica comprobara quien de los dos era más duro.

Pero aquel chico te dió tu merecido.

Quizás fue porque aquella noche habías releído a Rubén Darío y

estabas enamoradizo.

O quizás fue porque tarde o temprano tenías que comprobar que

nunca fuiste un tipo duro.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Gracias

Lorca era gay,
y John Fante cagó a Bukowski.
El opio enardecía a Poe y
William Blake creía que a él lo salvaría la fe.
Ossian fue más guerrero que poeta,
Milton quedó ciego de tanto buscar el paraiso perdido y
Shakespeare ni siquiera sabemos si existió.
Dante viajó al purgatorio y Nietzsche acabó
tan loco como Freud.
Carver era alcohólico y cuenta que mató a Chejov
brindando con Vodka.
O´neill siempre será O´neill y
los "Panero brothers" unos pijos vividores,
menos tú, Leopoldo, se que sigues llorando en tu celda..

Antonio Machado tenía un corazón demasiado solitario y
el maestro de Quevedo fue un cabrón demasiado afinado.
Cervantes luchó contra todos con una sola mano y
Miller fue un vagabundo que dormía en la suit del "Palace Hotel".
Hemingway se voló la tapa de los sesos y
Baudelaire fue un bohemio desencantado.
A Aejandra Pizarnik la mataron los excesos, y lo siento tanto querida...
y con Anaïs Nin me hubiera gustado hablar un rato,
creo que habríamos acabado follando.

A todos ellos, y a los que olvido que son muchos más,
gracias.
Ayudan a comprender
que todo aún sigue teniendo sentido.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

De la soledad que me dejastes (para mi pequeña)

La vida es larga.
Y cuando eres jóven hay muchas cosas peores que vivir solo.
Hay muchas cosas peores que dormir solo.
Hay muchas cosas peores que llorar solo.
Hay muchas cosas peores que pasar las noches fumando por la ventana.

Siempre hay muchas cosas peores.

Y no importa lamerse las heridas a uno mismo,
dicen que el tiempo cura,
pero solo pasa sin aviso.

Desgraciadamente lleva años darse cuenta de ello.
Yo me he dado cuenta tarde, ahora que las noches son lentas,
de que no hay nada peor que darse cuenta tarde,
de que no hay nada peor que no estar contigo.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Tu perro se murió

Una furgoneta le pasó por encima.
Lo encontraste a un lado del camino
y lo enterraste.
Te sientes mal por ello.
Te sientes mal en lo personal,
pero peor te sientes por tu hija
porque era su mascota,
y ella lo quería mucho.
Acostumbraba a cantarle con voz suave
y lo dejaba dormir en su cama.
Para ti esto fue el motivo de un poema.
Lo llamaste un poema para tu hija,
un poema acerca de un perro que es atropellado por una furgoneta
y de lo que hiciste después,
de cómo lo llevaste al bosque
y lo enterraste en lo profundo, profundo,
y ese poema resultó ser muy bueno
casi te contentas de que el pequeño perro
haya sido atropellado, porque de lo contrario nunca
hubieras escrito ese poema tan bueno.
Entonces te sientas a escribir
un poema acerca de la escritura de un poema
que trata de la muerte de ese perro,
pero mientras escribes
escuchas que una mujer gritar
tu nombre, tu nombre de pila,
ambas sílabas,
y tu corazón se detiene.
Después de un minuto, continuas escribiendo.
Ella vuelve a gritar.
Tú te preguntas cuánto podrá durar esto.
Tu nombre, tu nombre de pila,
ambas sílabas,
y tu corazón se detiene.
Después de un minuto, continuas escribiendo.
Ella vuelve a gritar.
Tú te preguntas cuánto podrá durar esto.

Raymond Carver

martes, 16 de septiembre de 2008

El día que conocí a un genio

Corría por los pasillos de la facultad a toda la velocidad que daban mis pies.
Llegaba tarde a una entrevista con el escritor y premio nacional de literatura, Eugenio Cervera.
En mis años de estudiante, fuí colaborador en el periódico universitario, no porque ya tuviese vocación periodística, sino porque la alumna más guapa de la universidad era la redactora jefa del periódico y también la redactora jefa de mis sueños. Se llamaba Lucía y me volvía loco.
El problema es que la nena no me hizo ni puto caso, así que terminé pasando de ella, y acabé enamorandome de esta profesión que ha entretenido mi sórdida vida durante los últimos cuarenta y cuatro años.
Yo trabajaba para la sección de deportes.
Me encargaba de los resultados de los distintos partidos, entrevistas a deportistas universitarios...en fín, noticias de índole deportiva que a mi poco me interesaban.

El caso es que aunque no estuviese a cargo de la sección cultural del periódico, me había propuesto realizar una entrevista a Eugenio Cervera.
Había leido todos sus libros y poemas. Había pasado horas, dias, meses, años ensimismado con su forma de ver y explicar la vida.
Su estilo escribiendo era demasiado sencillo para ser un escritor galardonado a nivel internacional, pero sus idas y venidas a su propio infierno personal, lo habían convertido en un escritor de culto.
Para mi y para muchos, este tipo era un genio.
Abogado, historiador, periodista y biólogo, había decidido acabar sus dias como doctor emérito en la facultad de biología.

Y por allí corría yo.
Por unos desconocidos pasillos de la facultad de biología buscando ansioso el despacho de esta eminencia, con el rostro empapado en sudor y notando el nacimiento de un callo en mi pie izquierdo debido a la rozadura de unas íncomodas botas de montaña creadas no para correr, sino para ascender a cimas tan altas como el cielo.
Trás diez minutos de busqueda di con él.
Una placa dorada pegada en la puerta anunciaba su nombre.
"Doctor Eugenio Cervera". Saqué un pañuelo azul del bolsillo de la chaqueta y sequé el sudor de mi frente. Miré el reloj. Llegaba con quince minutos de retraso. Llamé a la puerta y una voz ronca gritó "¡¡pase joder!!".
Entré en el despacho y cerré la puerta.
Un tremendo olor a vino flotaba en el ambiente.
Cientos de libros se esparcían por todos los rincones de aquella habitación, desperdigados por el suelo y ocupando estanterias enteras.
Cuerpos vacios de botellas de alcohol envejecían en las mesas como cadáveres en un cementerio, y Eugenio Cervera me miraba sentado desde un sillón, con unos ojos rojos e hinchados, sosteniendo una enorme copa de vino en la mano derecha.
Vestía una camisa verde y unas calzonas playeras de color naranja. Una barba espesa, larga y blanca le tapaba más de media cara y tenía los pies descalzos apoyados en una silla, con unas uñas tan largas como las de cualquier ave carroñera.
Parecía que llevaba horas bebiendo. Su cara delataba cierto estado de embriaguez.

-Buenos dias señor Cervera, es un gran placer conocerle. Soy Javier Amador. Habíamos quedado a las diez. Me he retrasado por culpa del transporte público.

-Yo no he quedado con nadie. - contestó de forma seca.

- Si....tiene que acordarse. La semana pasada hablamos por teléfono. Me dijo que viniese hoy. Tengo interés en escribir un articulo sobre usted para el periódico universitario. Soy un gran admirador suyo, ¿sabe?

-¿Y habíamos quedado a las diez?

- Si.

-Pues son las diez y cuarto. Tiene el cuarto de hora restante hasta llegar a las diez y media para preguntar lo que quiera.

Saqué mi pluma estilográfica y abrí mi cuaderno de notas.

-¿Quieres una copa muchacho? - me preguntó mientras acababa con la suya.
Entonces yo era jóven y no solía beber, y menos aún por las mañanas, y menos vino. Pero estaba tan encandilado por aquel tipo, que me apetecía acompañarle bebiendo.

-Si, gracias.

Se levantó, sacó una copa de un cajón de su mesa y me la dió. En el fondo de la copa había pequeños trozos que parecían restos de polillas y el borde tenía una sustancia amarillenta y endurecida que parecían fideos petrifícados en el cristal. Escanció el vino en mi copa, llenó de nuevo la suya y me hizo brindar a su salud.

- Me encantó su último libro de poemas "Con ansia de revancha".

-¿Si?...pues a mi no. Lo cierto es que nunca me ha gustado nada de lo que he escrito.

-Ese último libro suyo tiene casi diez años. ¿sigue escribiendo?

-¡¡Yo siempre escribo joder!!

-¿Siempre que ust..

-¡¡Escribir ha tenido la culpa!!.- gritó interrumpiendo mi pregunta.- ¡¡Escribir ha tenido la culpa de todo lo que he escrito durante mi vida!!

-No le entiendo señor.

- ¡¡No me llames señor coño, llamame Eugenio!!
Escribir ha sido la ruina de mi vida. Todos los libros que he escrito, todos mis poemas. Lo único que he hecho es contar mi vida, mis problemas matrimoniales, mis vicios,mi forma de beber, mi forma de follar, mi forma de rascarme el culo, mi forma de lavarme los diente, mi forma de soñar con las mujeres, mi forma de discutir con el vecino, mi forma de cagar, mi forma de llorar, mi forma de reir y mi forma de morir cada día. A la gente no le interesa saber que yo también puedo decir "te quiero". Lo único que quieren es leer como confieso el infierno de mi vida, y después me llaman genio.
Lo único que he escrito ha sido sobre mi miseria personal. Y por eso me han santificado. ¿Quieres otra copa?

-No, aún la tengo llena.

- ¡¡Pues dale un trago coño, eso no es café!!. El vino se bebe de un trago.

Bebí de un trago.Se levantó y llenó de nuevo las copas.

- Señor Cervera...¿que consejo le daría usted a los escritores jóvenes?

- Que mientan y no se casen.

- ¿Está usted casado?

- Mi mujer me abandonó hace años. No soportaba que escribiese sobre nuestro matrimonio. Decía que se sentía desnuda ante la gente. Una mañana al despertar ya no estaba. Solo me dejó una herida en el corazón y unas bragas rojas como recuerdo. ¿Quieres verlas?

-Bueno....- se levantó del sillón y sacó del cajón de su mesa unas bragas rojas que me lanzó por los aires.
Las cogí al vuelo y las tuve en mis manos mientras él acababa con el vino de su copa. A pesar de beber en la copa, el vino se derramaba por su barbilla y le bajaba hasta la camisa.

-Huelelas, huelelas chaval. - Me acerqué las bragas a la nariz y las olí. Olían a orín y a soledad.

- Todas las noches hago el amor con ellas ¿sabes?.- Dejé las bragas en la mesa y juré no volverlas a tocar.

- Señor Cervera...

- Llamamé Eugenio ¡¡coño!!.

- Esta bien...Eugenio... ¿que le inspira para crear un poema?

- El dolor.

- ¿Escribe poesía todos los días?

- ¿Sueles tu comer todos los días?

- ¿Ha llegado a amar la vida, o la sigue odiando?

- Nunca he odiado la vida. Esa es una idea errónea. Lo único que ocurre es que soy muy cauto. Si comienzo a amarla, algún día sé que se burlará de mí. ¿Te has bebido la copa?

- No aún..

- ¡¡pues terminala coño que no es café!!

Terminé de nuevo la copa y me la volvió a llenar.
Comenzaba a sentir los efectos del vino en mi cuerpo, y un calor anormal subía desde el estómago hasta mi cabeza.

- ¿Que piensa de los cursos de técnicas literarias que imparten muchos escritores?

- Es una gilipollez. Muchos escritores escriben hasta que un día llegan a ser conocidos, y luego lees que enseñan técnicas literaria en tal universidad. Al principio comienzan como escritores y luego enseñan a los demás a escribir. ¿Como es posible?. ¿Sabes lo que les digo?. ¡Esto! - y levantó su trasero del sillón y sonó un enorme pedo.- Esto para ellos. Escribir es algo que no se sabe como se hace.
Uno se sienta a escribir y puede ocurrir o no. Entonces ¿como puede alguien enseñarte a escribir, como puede alguien enseñarte a mirar dentro de tu corazón, dentro de tus sentimientos?. Cuando me siento delante de mi ordenador, hay veces en las que paso horas mirando las teclas y pienso "esta noche no llegará ningún tren cargado de ideas, amigo".

- ¿Admira a algún escritor?

- A Céline. Es él único que demostró saber escribir. ¿Fumas chaval?

- Si.

- ¡¡Pues dame un cigarrillo coño!!

Le acerqué un cigarrillo y también el mechero.
Después de encender el cigarrillo, se levantó del sillón y comenzó a fumar dando vueltas por la habitación con su copa de vino sostenida en la mano derecha.
La imágen de aquel intelectual descalzo y medio borracho con aquellas calzonas playeras naranjas y aquella camisa verde era penosa.
Yo seguía sentado en mi silla. El vino había empezado a hacerme efecto y comenzaba a sentirme mareado. Parecía que tenía un gato metido en mis entrañas. Me quedé en silencio intentando recomponerme, pero fue inutil. Sin darme cuenta, vomité todo lo que tenía en el estómago justo a sus pies.

- ¡¡Coño chaval, si no sabes beber, no bebas. Me has manchado los pies con tu vómito amariconado!!.- me reprochó.

En ese instante llamaron a la puerta.

- ¡¡Pase joder!!.- gritó Cervera.

Entró en la habitación una mujer de unos cincuenta años. Era alta, rubia y bastante atractiva. Llevaba un maletín de cuero color negro que dejó sobre la mesa. Supuse que se trataba de su secretaria.

-¿Eugenio has vuelto a vomitar?, ¿es que todos los dias vas a hacer lo mismo?

-No he sido yo María, ha sido este chico. Sabes que si vomito lo hago a partir de las doce.

- No sabía que tenías compañía - dijo la mujer mirando a mis enrojecidos ojos.

- Es un alumno que quiere escribir algo sobre mi...pero ya se iba ¿verdad muchacho?

-Bueno...si...supongo que ya me iba.

- ¿Y que estas enseñandole a ser como tú?

-No....dice que es un gran admirador mio, aunque supongo que a partir de hoy dejará de serlo.

Recogí mis pocas cosas, paseé la mano por mi frente y me levanté de mi asiento.
Fue justo al levantarme cuando noté como toda la sangre de mi cuerpo subía veloz hacia la cabeza.
¡Maldito vino!, maldije.

- ¿Como puede usted beber tanto?. - pregunté antes de largarme de allí.

- Porque me aburro facilmente chaval, y ojalá tu algún día no te aburras tanto como yo.
Y no olvides una cosa, hoy has conocido a un genio, pero también has conocido a una persona que odia mirarse en el espejo. No lo olvides.

Abandoné el despacho con un enorme dolor de cabeza sin despedirme de Eugenio Cervera y de aquella rubia atractiva. Los dejé allí a los dos en compañía de mi vómito.
Salí a la calle.
Fuera alguien tocaba la bocina de un coche. Eran unos bocinazos escandalosos y persistentes.

-¡Maldito seas condenado, callate ya!.- aullé.

Crucé la avenida buscando la parada del autobus.
El día comenzaba a ser día, mientras yo deseaba que aquel genio alcohólico llamado Eugenio Cervera ardiera de por vida en su propio infierno.
Cuando bajara del bus sólo tendría que caminar hacía mi casa, subir una escalera para llegar a mi cuarto donde encendería un cigarro y donde a nadie le importaría más nada de mí.
Sí. Un cigarrillo más. Y luego me daría un baño y me iría a dormir.
Así funcionaban las cosas.
O no funcionaban.
Entonces yo era jóven y no solía beber, y menos aún por las mañanas, y menos vino.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

El primer beso

Toni siempre fue un buen chico.

De todos los chavales del barrio él era el único con el que podías contar para un favor.

Vivía justo enfrente de mi casa y fue uno de mis mejores compañeros de juegos y aventuras.

Era alto, el más alto de todos los chicos del barrio.

Creo que con trece o catorce años ya media 1´80 cm.

Pero le fallaba la cara. Ese fue su suplicio.

Era feo, muy feo.

Además tuvo un tremendo problema de acné que le dejó la cara desfigurada para el resto de su vida.

Le llamábamos "el calvo".

Todos en el barrio teníamos un apodo. Yo mismo fuí conocido como "tirachinas" por mi afición a este tipo de armas.

Toni desde los diez u once años había comenzado a perder pelo y cuando tenía trece o catorce se había quedado practicamente calvo.

Esta calvicie agravaba aún más su fealdad, que unida a una enorme timidez, hacían de Toni el punto de mira perfecto de todas las burlas.

Muchos chavales se reían de él, le insultaban y hacían chistes sobre su físico. Y eso a mi me jodía.

Yo le aconsejaba que pusiera sus puños en acción, que las manos no solo estaban para hacerse pajas, sino que tambien podían dar ostias, pero el prefería las pajas y soportar las burlas.

Más de una vez me partieron la cara por él.


Fue a partir de cumplir los quince años cuando todos mis amigos y yo comenzamos a buscar chicas.

Llevabamos años viendo revistas porno heredadas de nuestros hermanos mayores, y estabamos cansados de ver fotografias de mujeres desnudas en páginas pegadas por el semen de no quiero saber cuantos tipos. Nuestros cuerpos jóvenes y rebosantes de hormonas necesitaban el calor de los cuerpos femenínos.

Así, cada uno comenzó a buscarse la vida, y poco a poco toda la pandilla del barrio vivió la experiencia del primer beso.

Algunos como Fran "el espinacas" (le llamabamos así porque comía espinacas todos los dias) alardeaban de que no solo habían besado los primeros labios, sino que habían echado el primer polvo.

Desde entonces, el tema de conversación principal en el barrio fueron las chicas.

Pasabamos horas y horas sentados en circulo, hablando de chicas y contándonos unos a otros nuestras experiencias personales.

Todos menos Toni "el calvo".

Él era el único que no había besado a nadie y nunca se lo reprochamos, entendíamos lo difícil que lo tenía.


Una calurosa noche de verano, Toni vino a buscarme a casa.

Había cogido unos cuantos cigarrillos del paquete de Celtas de su viejo y había sacado un billete de dos mil pesetas de la hucha de su hermano menor.

Todas las noches solíamos ir a un pequeño parque cercano a nuestras casas a fumar, pero aquella noche Toni quería ir a un apeadero abandonado que se encontraba a unos dos Km de nuestro barrio.


- Tengo una asignatura pendiente, "tirachinas" .


Esa fue la explicación que me dió y yo ya sabía cual era aquella asignatura.

Habíamos oido que por la zona del apeadero abandonado trabajaban las prostitutas más guapas de toda la ciudad.

Cuando llegamos comprobamos que era cierto.

Aquel lugar estaba lleno de mujeres.

Gordas, delgadas, altas, bajitas, rubias, morenas, jóvenes, viejas,blancas, negras...

Todas eran bellas bajo aquel cielo veraniego repleto de estrellas.


Comencé a sentirme intimidado por las miradas de todas aquellas señoritas y por las borderías que nos decían al vernos. Nunca he estado acostumbrado a que me digan que me quieren follar.

La estatura de Toni le hacía pasar desapercibido, pero mi cuerpo raquítico de adolescente delataba mi minoría de edad.

En el fondo no dejábamos de ser dos chicos con barrillos en las caras que se habían dejado llevar por el ansia y la curiosidad del deseo carnal.

Pedí a Toni que no tardase mucho, ansiaba salir volando de aquel lugar lo más rápido posible.


- Toma "tirachinas" estos tres cigarros. Puedes fumartelos todos mientras me esperas. Yo me quedaré con uno porque dicen que después de follar apetece fumar.


Con esa intención, Toni desapareció de mi lado y se fue hacía una chica morena tan alta como él que vestía una minifalda roja.

Estaba sola en una esquina, masticando chicle y con los brazos cruzados, hacíendo bailar con la mano derecha un pequeño bolso amarillo.

Hablaron durante algún tiempo hasta que la chica cogió a Toni del brazo y se lo llevó con ella. Lo cierto es que la nena movía el culo al andar con un swing que como diría Sabina, derretía el hielo de las copas.

Juntos desaparecieron en la oscuridad de la noche.


En ese momento me alejé un poco de la zona y me senté en el suelo, apoyando la espalda en una pared.

Solo quería que Toni acabase pronto con su asignatura pendiente para irnos.

Comencé a fumar, bajé la cara y aparqué mi mirada fijamente en el suelo, no quería cruzarla con la de ninguna de aquellas damas. No quería que ninguna volviera a recordarme sus habilidades con la lengua.

Me sentía un blanco fácil.


No había terminado de fumar el segundo cigarrillo cuando apareció Toni.

Volvía con la cara blanca y movía sus enormes pies a una velocidad de vértigo.


-¿Como te ha ido "calvo"?


-¡Vámonos!


Comenzamos a caminar en dirección a casa sin intercambiar palabra, con la única compañía de una luna carente de grandeza.


-¿Bueno "calvo", dime, que tal te fue con la morena? tenía unas piernas descomunales ¿verdad?


-¡¡Me cago en mi pena "tirachinas", era un tio, era un puto tio..!!..


Pobre Toni. Los primeros labios que besó en su vida fueron los de aquel tipo disfrazado de muñeca.

En aquel apeadero podía haber cuarenta prostitutas y fue a dar con el travestí de turno.

Para algunos, el sexo no lo es todo en la vida, pero cuando una cosa así te ocurre, siempre es demasiado tarde,

y no hay nada peor que un demasiado tarde.

Sinceridad


No hay que ser valiente para ponerse delante de un toro.

Ni para lanzarse en paracaidas.

Ni para cubrirle las espaldas a un mafioso amenazado de muerte.

No hay que ser valiente para luchar en una guerra.

Ni para ser taxista en Nueva York.

Ni para que disparen a una manzana colocada en tu cabeza.

No hay que ser valiente para infringir las leyes estatuidas por el hombre.

Ni para trabajar en un circo como domador de leones.

Ni para apostar todo tu dinero al número 7.

No hay que ser valiente para escribir poesia.

La única valentía es demostrada con la sinceridad.


Como dijo Dios encendiendo un cigarrillo y

mirando de reojo hacía todos nosotros,

"creo que he creado mucha locura,

y muy poca valentía".

martes, 2 de septiembre de 2008

Mientras dormíais


Un agobiante calor había convertido mi habitación en un crematorio.

Estaba tumbado en la cama, desnudo y cansado de dar vueltas entre sabanas empapadas de sudor.

Me incorporé, cogí un cigarrillo y saqué la cabeza por la ventana para fumar.

Ví un perro hambriento merodeando en los cubos de basura.

Era un saco de huesos que vagabundeaba perdido.

Me miró a los ojos durante unos segundos, agachó la cabeza y siguió olfateando en busca de algo a lo que hincar el diente.

Que vida más jodida, pensé.

Volví a introducir la cabeza en mi habitación y miré a mi alrededor.

Vi un cenicero lleno de colillas,

una mesa repleta de botellas de alcohol,

un par de botas llenas de barro,

libros leidos,

una guitarra muda,

discos de John Denver junto al radio-cassete,

una cama vacía,

miles de sueños esparcidos por el suelo,

camisas sin planchar...

Que vida más jodida, pensé.

Volví a sacar la cabeza por la ventana y vi que el perro había desaparecido.

¡Mierda! aquel animal debía estar conmigo.

Para Rosalía

Conseguistes que durante muchas noches soñara contigo.

Tú rondarías los cuarenta años y yo correría por los once.

Tu eras la frutera del barrio y yo un niño invisible que lanzaba flores a tu tejado.

Recuerdo que en las calurosas noches de verano

dejabas la puerta del cuarto de baño abierta y

nosotros, niños cachondos, te veíamos excitados desde la azotea de un amigo,

con los pies de puntillas y las barbillas apoyadas en la pared.

Recuerdo como te gustaba que cayera el agua sobre tu cuerpo

durante largo tiempo, mientras yo

grababa en mi mente la forma de tus grandes pechos,

tu blanco y gordo culo y

el triángulo mágico de tu negro vello púbico.

Fuistes el primer cuerpo de mujer que vi desnudo.

Han pasado muchos veranos desde entonces

y todos estuvieron vacíos sin ti.

Rosalía, tu fuistes mi primera musa.

viernes, 22 de agosto de 2008

Pero tenía las piernas más bonitas de toda la ciudad, y yo su número de teléfono

Era una mañana lluviosa. Viernes 6 de Diciembre de 1991.

Una de esas mañanas en las que apetece estar tumbado en la cama hasta altas horas, y aún más si una terrible resaca martillea las pocas neuronas activas que sobreviven en tu cabeza.

Acababa de llegar a mi oficina y colgar mi vieja gabardina empapada de agua en el guardarropa.

El reloj marcaba las 9 horas y Raquel, mi secretaria, había dejado preparado un poco de café caliente en una taza. Pasé del café y busqué mi vieja petaca en el segundo cajón de mi mesa, entre paquetes vacios de Pallmall, mecheros necesitados de transplantes de piedra y un par de condones caducados.

Esos condones llevaban años en aquel cajón, creo que desde que establecí mi negocio en este edificio casi en ruinas.

Saqué la petaca y dí un trago largo.

Limpié mi boca con el puño de la mano izquierda, coloqué los dos pies sobre la mesa y comencé a leer el periódico local.

Hacía semanas que no recibía un caso interesante.

Ultimamente solo trabajaba para mujeres que desconfiaban de la fidelidad de sus maridos o para maridos que desconfiaban de la fidelidad de sus mujeres. Y aquello me aburría.

Fotografiar a estas personas besandose con sus amantes, huyendo de la monotonía de sus matrimonios, huyendo de la monotonía de los cuerpos obligados a amarse eternamente en la abundancia y en la pobreza por los siglos de los siglos.


Comencé a ojear la sección de sucesos y encendí un cigarrillo.

De pronto el telefonillo de mi mesa sonó.

- Señor Velazquez, tiene un cliente, la señora Rosa Alarcón.

- Hagala pasar. - contesté.

Quité los pies de la mesa e incorporé mi cuerpo en la silla, guardé la petaca en el cajón y dí una calada tan profunda al cigarrillo que el humo me llegó hasta el mismisimo culo.

Llamaron a la puerta y dí permiso para entrar.

La señora que entró en el despacho me dejó extasiado.Tendría unos 55 años, más o menos mi edad, y era alta, con una larga melena rubia que cubría toda su espalda. Tenía unos ojos tan sexys como los de Brigitte Bardot y su cara parecía haber sido tallada por algún dios griego en busca de la perfección femenina.

Vestía un traje rojo que se ceñía fuertemente a su cintura de forma que dibujaba perfectamente el contorno de sus caderas y dejaba ver unas preciosas piernas cubiertas por unas finas medias .

-Buenos dias señora Alarcón, es un placer.

-Buenos dias señor Velazquez.

-Sientese por favor.

Observé como doblaba las piernas una vez sentada en la silla. Eran unas piernas largas y sensuales.

Me gustaría probarlas, pensé.

- ¿En que puedo ayudarla?

-Tengo entendido que es usted unos de los mejores detectives de la ciudad y me gustaría que encontrase a una persona.

-¿De quien se trata?

-¿Le suena a usted el apellido Lorca?

-Si...bueno, es un apellido bastante común.

-Pues quiero que busque y encuentre a Federico García.

-¿quiere decir a Federico García Lorca? ¿el escritor?

-Exactamente señor Velazquez. Veo que es rápido, y eso me gusta.


Dí una última calada al cigarrillo que sostenía entre los dedos y me quedé mirando fijamente hacia el techo.

Aquella mujer estaba realmente loca. El problema era que tenía un tremendo polvo y que yo

no era capaz de apartar mis ojos de sus piernas. Aquellas piernas me resultaban hipnóticas.


- Pero señora Alarcón....Lorca está muerto.

-Eso es lo que todo el mundo cree, pero yo se que está vivo.

-¿Y como lo sabe?

-Porque hasta ayer, ha estado viviendo conmigo los últimos 55 años.

- ¿Como?, oiga mire...¡ya está bien!. Lorca fue asesinado en el año 36 de un disparo en la cabeza por alguien perteneciente al bando nacional. No puedo perder el tiempo escuchando más estupideces. Tengo un periódico que leer y una Magnum que limpiar ¿de acuerdo señora Alarcón?

-Señor Velazquez, Federico no murió cuando intentaron asesinarlo. Le dispararon pero la bala quedó estancada en una zona vacía de su cabeza. Fue mi padre quien lo encontró a la mañana siguiente caminando sin rumbo, perdido por la carretera medio desangrado . Lo montó en su carro y lo llevó a casa, donde mi madre y mis hermanas mayores cuidaron de él. El problema era que sufria una grave amnesia que le impedía recordar. No sabía quien era, no recordaba su nombre, no recordaba donde había nacido. No recordaba nada.

Cuando estuvo recuperado comenzó a trabajar en casa. Cuidaba del ganado y ayudaba a mi padre en las labores de labranza . Nosotros tampoco sabíamos quien era él realmente. Habíamos oido que habían matado al famoso poeta Federico García Lorca, y que no había aparecido su cuerpo, pero ni mis padres ni mis hermanas ni yo imaginabamos que fuese él.

Fue a partir de los doce años de vivir con nosotros cuando Francisco, así era como le llamabamos en casa, comenzó a escribir poesía y a pintar cuadros.Mis hermanas y yo jugabamos a disfrazarnos con él haciendo pequeñas representaciones de obras de teatro que él mismo inventaba.

Desde ese momento comenzó a recordar. Hablaba de representaciones teatrales que había hecho en miles de sitios, de viajes por el mundo, de libros, de amores, de llantos...en fin, terminó recordando su anterior vida, la de Federico. Fui yo quien le llamó por primera vez Federico y no olvidaré como se quedaron sus ojos negros, fijos mirando la inmensidad de su persona, asesinando la personalidad de Francisco y aceptando su verdadera historia, la de Federico García Lorca.

Desde entonces hasta ayer, ha vivido conmigo en casa. Él sabía quien era, pero prefiríó vivir el resto de su vida con nosotras. Fue él quien mató a Federico García Lorca, y quen eligió vivir como Francisco Alarcón.


- Bueno....no se que decirle señora Alarcón. Es bastante rocambolesca la historia, pero podría ser verdad.


Cuando llevas veinte años en el negocio de la investigación privada aprendes que las historias más rocambolescas suelen ser las más ciertas. Además, mi instinto me decía que aquella mujer no estaba mintiendo y que menos aún estaba loca.

Cogí un bloc de notas que había sobre la mesa, saque mi pluma estilográfica de su cartuchera y me dispuse a tomar declaración a la señora Alarcón sobre todo lo sucedido en el día de la desaparición. Aquel caso era lo que necesitaba mi vida, acción, y porque no, fama. Si encontraba a Lorca con vida saldría en televisión, quien sabe, incluso mi nombre aparecería en la enciclopedia.


- Esta bién señora Alarcón digame ¿como y por que cree que ha podido desaparecer?

-Bueno...la semana pasada vino a casa Shakespeare. Francisco y William no se llevaban muy bien ¿sabe? creo que tuvieron una pequeña discu...

-perdone señora Alarcón...¿se refiere a W. Shakespeare el escritor?

-Si, Federico y William no mantenían ultimamente una muy buena relación, ya que...

-Esta bien señora Alarcón, deme su número de teléfono y uno de estos dias le llamaré para tomar nota de forma más detenida.

-¿Pero ya hemos acabado...?

-Si señora Alarcón, tranquila, ya le llamaré.


Me dejó su teléfono escrito en un trozo de papel y abandonó mi despacho con un movimiento de caderas tan cachondo como el de una bailarina de streap-tess.

Volví a coger el periodico local, saque la petaca del segundo cajón de mi mesa,dí un trago largo,limpié mi boca con el puño de la mano izquierda, encendí un cigarrillo,coloqué los pies sobre la mesa y tumbé mi cuerpo en la silla, henchido de no gloria.

Aquella mujer estaba como una cabra y reconozco que mi instinto me volvió a fallar. Pero tenía las piernas más bonitas de toda la ciudad, y yo su número de teléfono.


Pueblo

Sobre el monte pelado,

un calvario.

Agua clara

y olivos centenarios.

Por las callejas

hombres embozados,

y en las torres

veletas girando.

Eternamente

girando.

¡Oh, pueblo perdido,

en la Andalucía del llanto!

Federico García Lorca

lunes, 11 de agosto de 2008

Desde el corazón a la cañería

Acabo de sentarme en el water.

La casa es silencio.

Solo se oye el trabajar de mis tripas en el

intento de expulsar toda la materia orgánica

innecesaria de mi cuerpo.

De pronto me ha venido a la cabeza el

comienzo de lo que podría ser un poema.

Un poema con el que quizás podría

ganarme tu cariño o

quizás ganarme mi propio cariño,

no se cual de los dos me resultaría más importante.

Cojo un bolígrafo que malvive en uno de los

cajones del lavabo y comienzo a escribir sobre

un gran trozo de papel higiénico:

" Lejos de tu vida quemé mi vida,

entre botellas de alcohol y purpurinas llamas,

dulce quimera sería para mi sombra galante

volver al camino de tus pisadas".

Leo lo que he escrito detenidamente mientras

la fria y enorme boca del water comienza a helar mi trasero.

Termino llegando a una conclusión.

No, esto no es un poema, aunque

al menos creo que servirá para limpiarme el culo.