viernes, 22 de agosto de 2008

Pero tenía las piernas más bonitas de toda la ciudad, y yo su número de teléfono

Era una mañana lluviosa. Viernes 6 de Diciembre de 1991.

Una de esas mañanas en las que apetece estar tumbado en la cama hasta altas horas, y aún más si una terrible resaca martillea las pocas neuronas activas que sobreviven en tu cabeza.

Acababa de llegar a mi oficina y colgar mi vieja gabardina empapada de agua en el guardarropa.

El reloj marcaba las 9 horas y Raquel, mi secretaria, había dejado preparado un poco de café caliente en una taza. Pasé del café y busqué mi vieja petaca en el segundo cajón de mi mesa, entre paquetes vacios de Pallmall, mecheros necesitados de transplantes de piedra y un par de condones caducados.

Esos condones llevaban años en aquel cajón, creo que desde que establecí mi negocio en este edificio casi en ruinas.

Saqué la petaca y dí un trago largo.

Limpié mi boca con el puño de la mano izquierda, coloqué los dos pies sobre la mesa y comencé a leer el periódico local.

Hacía semanas que no recibía un caso interesante.

Ultimamente solo trabajaba para mujeres que desconfiaban de la fidelidad de sus maridos o para maridos que desconfiaban de la fidelidad de sus mujeres. Y aquello me aburría.

Fotografiar a estas personas besandose con sus amantes, huyendo de la monotonía de sus matrimonios, huyendo de la monotonía de los cuerpos obligados a amarse eternamente en la abundancia y en la pobreza por los siglos de los siglos.


Comencé a ojear la sección de sucesos y encendí un cigarrillo.

De pronto el telefonillo de mi mesa sonó.

- Señor Velazquez, tiene un cliente, la señora Rosa Alarcón.

- Hagala pasar. - contesté.

Quité los pies de la mesa e incorporé mi cuerpo en la silla, guardé la petaca en el cajón y dí una calada tan profunda al cigarrillo que el humo me llegó hasta el mismisimo culo.

Llamaron a la puerta y dí permiso para entrar.

La señora que entró en el despacho me dejó extasiado.Tendría unos 55 años, más o menos mi edad, y era alta, con una larga melena rubia que cubría toda su espalda. Tenía unos ojos tan sexys como los de Brigitte Bardot y su cara parecía haber sido tallada por algún dios griego en busca de la perfección femenina.

Vestía un traje rojo que se ceñía fuertemente a su cintura de forma que dibujaba perfectamente el contorno de sus caderas y dejaba ver unas preciosas piernas cubiertas por unas finas medias .

-Buenos dias señora Alarcón, es un placer.

-Buenos dias señor Velazquez.

-Sientese por favor.

Observé como doblaba las piernas una vez sentada en la silla. Eran unas piernas largas y sensuales.

Me gustaría probarlas, pensé.

- ¿En que puedo ayudarla?

-Tengo entendido que es usted unos de los mejores detectives de la ciudad y me gustaría que encontrase a una persona.

-¿De quien se trata?

-¿Le suena a usted el apellido Lorca?

-Si...bueno, es un apellido bastante común.

-Pues quiero que busque y encuentre a Federico García.

-¿quiere decir a Federico García Lorca? ¿el escritor?

-Exactamente señor Velazquez. Veo que es rápido, y eso me gusta.


Dí una última calada al cigarrillo que sostenía entre los dedos y me quedé mirando fijamente hacia el techo.

Aquella mujer estaba realmente loca. El problema era que tenía un tremendo polvo y que yo

no era capaz de apartar mis ojos de sus piernas. Aquellas piernas me resultaban hipnóticas.


- Pero señora Alarcón....Lorca está muerto.

-Eso es lo que todo el mundo cree, pero yo se que está vivo.

-¿Y como lo sabe?

-Porque hasta ayer, ha estado viviendo conmigo los últimos 55 años.

- ¿Como?, oiga mire...¡ya está bien!. Lorca fue asesinado en el año 36 de un disparo en la cabeza por alguien perteneciente al bando nacional. No puedo perder el tiempo escuchando más estupideces. Tengo un periódico que leer y una Magnum que limpiar ¿de acuerdo señora Alarcón?

-Señor Velazquez, Federico no murió cuando intentaron asesinarlo. Le dispararon pero la bala quedó estancada en una zona vacía de su cabeza. Fue mi padre quien lo encontró a la mañana siguiente caminando sin rumbo, perdido por la carretera medio desangrado . Lo montó en su carro y lo llevó a casa, donde mi madre y mis hermanas mayores cuidaron de él. El problema era que sufria una grave amnesia que le impedía recordar. No sabía quien era, no recordaba su nombre, no recordaba donde había nacido. No recordaba nada.

Cuando estuvo recuperado comenzó a trabajar en casa. Cuidaba del ganado y ayudaba a mi padre en las labores de labranza . Nosotros tampoco sabíamos quien era él realmente. Habíamos oido que habían matado al famoso poeta Federico García Lorca, y que no había aparecido su cuerpo, pero ni mis padres ni mis hermanas ni yo imaginabamos que fuese él.

Fue a partir de los doce años de vivir con nosotros cuando Francisco, así era como le llamabamos en casa, comenzó a escribir poesía y a pintar cuadros.Mis hermanas y yo jugabamos a disfrazarnos con él haciendo pequeñas representaciones de obras de teatro que él mismo inventaba.

Desde ese momento comenzó a recordar. Hablaba de representaciones teatrales que había hecho en miles de sitios, de viajes por el mundo, de libros, de amores, de llantos...en fin, terminó recordando su anterior vida, la de Federico. Fui yo quien le llamó por primera vez Federico y no olvidaré como se quedaron sus ojos negros, fijos mirando la inmensidad de su persona, asesinando la personalidad de Francisco y aceptando su verdadera historia, la de Federico García Lorca.

Desde entonces hasta ayer, ha vivido conmigo en casa. Él sabía quien era, pero prefiríó vivir el resto de su vida con nosotras. Fue él quien mató a Federico García Lorca, y quen eligió vivir como Francisco Alarcón.


- Bueno....no se que decirle señora Alarcón. Es bastante rocambolesca la historia, pero podría ser verdad.


Cuando llevas veinte años en el negocio de la investigación privada aprendes que las historias más rocambolescas suelen ser las más ciertas. Además, mi instinto me decía que aquella mujer no estaba mintiendo y que menos aún estaba loca.

Cogí un bloc de notas que había sobre la mesa, saque mi pluma estilográfica de su cartuchera y me dispuse a tomar declaración a la señora Alarcón sobre todo lo sucedido en el día de la desaparición. Aquel caso era lo que necesitaba mi vida, acción, y porque no, fama. Si encontraba a Lorca con vida saldría en televisión, quien sabe, incluso mi nombre aparecería en la enciclopedia.


- Esta bién señora Alarcón digame ¿como y por que cree que ha podido desaparecer?

-Bueno...la semana pasada vino a casa Shakespeare. Francisco y William no se llevaban muy bien ¿sabe? creo que tuvieron una pequeña discu...

-perdone señora Alarcón...¿se refiere a W. Shakespeare el escritor?

-Si, Federico y William no mantenían ultimamente una muy buena relación, ya que...

-Esta bien señora Alarcón, deme su número de teléfono y uno de estos dias le llamaré para tomar nota de forma más detenida.

-¿Pero ya hemos acabado...?

-Si señora Alarcón, tranquila, ya le llamaré.


Me dejó su teléfono escrito en un trozo de papel y abandonó mi despacho con un movimiento de caderas tan cachondo como el de una bailarina de streap-tess.

Volví a coger el periodico local, saque la petaca del segundo cajón de mi mesa,dí un trago largo,limpié mi boca con el puño de la mano izquierda, encendí un cigarrillo,coloqué los pies sobre la mesa y tumbé mi cuerpo en la silla, henchido de no gloria.

Aquella mujer estaba como una cabra y reconozco que mi instinto me volvió a fallar. Pero tenía las piernas más bonitas de toda la ciudad, y yo su número de teléfono.


Pueblo

Sobre el monte pelado,

un calvario.

Agua clara

y olivos centenarios.

Por las callejas

hombres embozados,

y en las torres

veletas girando.

Eternamente

girando.

¡Oh, pueblo perdido,

en la Andalucía del llanto!

Federico García Lorca

lunes, 11 de agosto de 2008

Desde el corazón a la cañería

Acabo de sentarme en el water.

La casa es silencio.

Solo se oye el trabajar de mis tripas en el

intento de expulsar toda la materia orgánica

innecesaria de mi cuerpo.

De pronto me ha venido a la cabeza el

comienzo de lo que podría ser un poema.

Un poema con el que quizás podría

ganarme tu cariño o

quizás ganarme mi propio cariño,

no se cual de los dos me resultaría más importante.

Cojo un bolígrafo que malvive en uno de los

cajones del lavabo y comienzo a escribir sobre

un gran trozo de papel higiénico:

" Lejos de tu vida quemé mi vida,

entre botellas de alcohol y purpurinas llamas,

dulce quimera sería para mi sombra galante

volver al camino de tus pisadas".

Leo lo que he escrito detenidamente mientras

la fria y enorme boca del water comienza a helar mi trasero.

Termino llegando a una conclusión.

No, esto no es un poema, aunque

al menos creo que servirá para limpiarme el culo.

Morir...¿Caer como gota

de mar en el mar inmenso?

¿O ser lo que nunca he sido:

uno, sin sombra y sin sueño,

un solitario que avanza

sin camino y sin espejo?

Antonio Machado

Y amaneceré

Hablando solo.

Hablando solo paso la vida,

síntomas de locura,

síntomas de suicida.

Drogado por el olvido.

Drogado por el alcohol.

Drogado por la añoranza vivida.

Los dias pasan,

la experiencia aumenta y

el cuerpo se rinde.

Hablando solo paso la vida.

Ya no importa nada quemar el tiempo

atado a esta piel de cuero.

Mañana volveré a amanecer hechizado por el

canto del gallo,

cuando los pajaros abrimos los ojos y

miramos al cielo.

Era una voz quebrada

El viejo Sam quedó postrado en una silla de ruedas para

el resto de su vida.

Desde entonces pasaba todo el día sentado en aquella silla con una pequeña

manta de cuadros tapandole las piernas, viendo pasar

chicas guapas a través de la ventana de su habitación.

Por las tardes salía a la puerta de su casa a fumar un cigarrillo y oía

programas de cante flamenco en un pequeño transistor,

viendo pasar chicas guapas por las aceras de su corazón.

Al viejo Sam le gustaban las chicas guapas.

Debía tener 80 o 90 años y según contaban las lenguas del barrio

nunca había estado con una mujer.

Lo cierto es que no era muy agraciado fisicamente.

Tenía dos grandes orejas abiertas al mundo con formas de antenas parabólicas,

una nariz tan pequeña como el botón de una camisa y unos ojos que emanaban

odio, rencor y rechazo.

Ese era su problema, siempre se había sentido rechazado y

supongo que la solución que encontró fue la de rechazar él también al mundo.

Así la vida debía ser mucho más fácil.

Yo siempre que pasaba por su lado lo saludaba aunque él nunca contestaba,

se quedaba con la cara intacta y el transistor

pegado a una de sus enormes orejas.

Así que dejé de saludarle, y con el tiempo, después de tanto vernos,al menos

me miraba a la cara y hacía un leve movimiento de cabeza, gesto

que yo interpretaba como un "adios"o un "hasta luego",

aunque también podía ser un "¡vete al carajo, gilipollas!".

La cuestión era que nadie hablaba con el viejo Sam.

Todos los vecinos del barrio pasaban de él.

Y el viejo Sam pasaba de todos los vecinos del barrio.

Pero yo quería robarle algún comentario, era más, quería saber como era su voz.

Nunca había oido su voz.

Desde pequeño la voz de la gente es algo que siempre me ha creado curiosidad.

Me ocurría por ejemplo cuando veía fotos de familiares que yo no conocía.

Me preguntaba como serían sus voces, y también me sucedía al contrario, cuando oía una voz

en televisión o en radio, me preguntaba como sería el rostro de aquellas personas.

Una tarde yo caminaba aburrido hacía el kiosko de la esquina a comprar tabaco y

lo ví sentado en la puerta de su casa.

Decidí que había llegado el momento de conocer su voz y

con cierto tono irónico le dije:

- A ver cuando me das un paseo en esa moto, guapo.

Su cara cambió de pronto a la tonalidad más roja que pueda ponerse un rostro y

sus ojos parecían que iban a salir disparados hacía mí como meteoros impulsados por

el ardor del odio.

-¡¡¿Mi moto?, ¿guapo?, hijo de puta ven aquí, voy a darte la paliza más grande que jamás te hayan dado

marica chupa pollas..."!!

Y continué mi camino hacía el kiosko,

mientras el viejo Sam se cagaba en todos mis antepasados

con una voz tan quebrada como su alma,

y me retaba a una pelea en la que según él, yo no tendría posibilidades.

viernes, 1 de agosto de 2008

El futuro poeta

Corrió hacia mi dando saltos con su cuerpecito de nueve años y
con los ojos como platos, excitados por la emoción de su descubrimiento.
- ¡ Ya lo se papa! de mayor quiero ser boina verde.
- Oh... ¿si?
-Si, quiero ser como Rambo.
-¿Y no preferirías ser como Rimbaud?
-¿Quien es ese?
-Un tipo que fue mucho más valiente que Rambo.
-¿Pero fue boina verde?
-Psss..no lo se hijo, pero si te aseguro que fue más valiente que Rambo.
-Entonces cuando sea mayor quiero ser como Rimbaud.

Y desapareció corriendo hacia la cocina en busca de su madre,
gritando a los cuatro vientos que de mayor sería como Rimbaud.
Solo puedo desearte buena suerte hijo,
solo puedo desearte buena suerte.

La vida es una carcel con las puertas abiertas

Tuve los puños tan rápidos como la lengua
y un movimiento de pies tan bueno como el
de Fred Astaire.
¡Baila sobre el ring!
¡Baila dobre el ring!
me gritaba el coach desde la esquina,
cuando los ojos quedaban ciegos
impregnados de sudor y sangre.
Siempre lo tuve claro amigo,
soy más fuerte que tu,
soy más guapo que tu,
soy más inteligente que tu,
y además soy negro, hermano,
y poseo el poder que genera el resentimiento
y la tristeza de la vida de millones de esclavos en esta tierra,
que sin ser mia, queríais que defendiese en una guerra de papel.
No. Os equivocais conmigo, soy boxeador pero no un asesino.
Nací llamandome Cassius Clake,
decidí volver a mis raices y llamarme Muhammad Ali,
aunque muchos me conocen como el loco de Louisville.
Comencé a pelear a los quince años y no he parado desde entonces.