martes, 4 de noviembre de 2008

¡No te atrevas a usar los puños!

El reloj marcaba las 11’30 p.m
y
mi culo descansaba en uno de los bancos de la Plaza Nueva.
El dia se antojaba apetecible.
Aquella mañana habia salido de la cama más temprano de lo que acostumbro.
Desayuné en un bar una tostada con una enorme taza de café,
leí el periódico,
jugué dos euros a una tragaperras,
gané un billete de cincuenta
y
abandoné el bar con la sensación de querer comerme el mundo.
Sentía ese feeling que a veces sientes con todo lo que te rodea .
Con los perros,
los pajaros,
las flores,
las casas,
los edificios en ruinas,
el aire que respiras,
los niños que cargan grandes mochilas hacia el colegio,
las señoras mayores,
el cartero,
la china del ultramarinos.
Todo parecía haber sido creado de una forma perfecta para que mi vida encajara en ello.
Era una sensación que también podría definirse como felicidad.

De tal forma que, guiado por la felicidad,
caminé saboreando la dulzura de la mañana entre mis labios
hasta llegar a Plaza Nueva.
Allí me senté en uno de los bancos,
saqué un cigarrillo
y
me dispuse a fumarlo con la única distracción de mirarle las piernas a una chica francesa
que poco antes me había realizado una encuesta sobre mis preferencias musicales.
En una de las cuestiones,
me preguntó que grupo prefería ver en concierto,
a elegir entre El Barrio,
El canto del loco o
La oreja de Van Gogh.
"Es imposible verme en uno de esos conciertos, nena, yo soy de “los Creedence” y de Mozart.
Pero contigo iria a cualquiera".Le contesté.
Me miró con sonrisa picarona
y
pasó a la siguiente pregunta.
Cuando terminó el "interrogatorio", le pregunté si no me iba a pedir mi número de teléfono.
Me miró con sonrisa picarona
y
se marchó detrás de una señora.
Así que decidí sentarme a fumar un cigarrillo
y
mirarle las piernas.
Pero llevaba solo unos minutos alli sentado cuando oi el comienzo de unas voces en el centro de la plaza.
Era alguien que gritaba,
y
parecia una mujer.
Dí un brinco
y
me puse de pie.
Alcé el cuello como un avestruz
y
busqué.
Entonces ví a una mujer que corria histérica por el centro de la plaza gritando con toda la fuerza
de su alma “¡dejame!, Ahaaaaaaa!.
Un tipo con la cara desencajada corria tras ella.
Corríó hasta llegar a alcanzarla
y
agarrarla del brazo.
La mujer comenzó a gritar más fuerte
y
toda la gente que paseaba por el alrededor se quedaba inmovil
sin hacer nada.
Nadie reaccionaba.
Aquella mujer estaba siendo acosada.
El tipo la agarró de la cabeza
y
comenzó a sarandearla.
La mujer se limitaba a pedirle entre sollozos que la soltara
y
se olvidara de ella.
En ese momento me dí cuenta de que yo tambien estaba inmovil,
tampoco reaccionaba ante lo que estaba viendo.
Podía sentir en mi cabeza la sensación de miedo,
dolor
y
desesperación de aquella mujer.
Así que lancé el cigarrillo al suelo
y
corrí hacia los dos.
Me acerqué por detrás de ellos.
El hombre tenía a la mujer agarrada aún por la cabeza,
agarré al tipo del hombro
y
lo separé de la mujer.
Me arrojó una mirada amenazadora
y
le advertí que no se atreviera.
"¡No te atrevas a usar los puños!". Le dije.
Sentía como mi cuerpo comenzaba a crear enormes cantidades de adrenalina
para solventar aquella situación.
Entonces pensé.
Pensé que había pasado de estar felizmente sentado en un banco fumando un
cigarrillo
y
mirándole las piernas a un bombón francés,
a estar a punto de partirme la cara con un cabrón que no conocía de nada.
Pensé incluso que el tipo podía tener sus motivos.
Aquella mujer podía ser una ladrona que había robado en su tienda,
o podía estar huyendo por haber cometido un asesinato.
Y yo como un gilipollas haciéndome el héroe.

Fue entonces cuando el tipo sonrió satisfactoriamente
y
comenzó a aplaudir.
Me tendió la mano,
dió media vuelta
y
se dirigió a todas las personas que habían formado un circulo alrededor nuestra.
"Señoras y señores, somos actores.El ayuntamiento de Sevilla ha promovido
la idea de realizar distintas interpretaciones teatrales sobre la violencia de género
por toda la ciudad en un intento de acercar este problema social a toda la ciudadanía.
Así que amigo, no voy a utilizar los puños contra usted.
Se ha portado como un caballero".

Encendí un cigarrillo para tranquilizarme.
Respiré hondo
y
salí del círculo teatral con los ojos mirando al suelo.
Busqué al bombón francés, pero ya había desaparecido.
Jodidos artistas.
Al menos me hicieron descubrir que en el fondo no soy tan mala persona.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

!!Pelayo¡¡, como es posible tanta violencia. De genero, contra los niños, entre los niños mismos, la pederastia, contra las mujeres, contra los hombres, grabada, en directo, a puñetazos, a degüello entre criaturas quinceañeras. ¿como es posible entre seres humanos?

Pelayo dijo...

Es cierto amigo Jordi,¿como es posible entre seres humanos?
Somos la peor especie animal de la naturaleza.