jueves, 13 de octubre de 2011

Los restos

Me pidió que no volviera a escribirle
ni un solo poema más.
Me pidió que hiciera el favor de meterme
todos los poemas que le escribí
por el culo.
Juré no volver a escribirle
ni un solo poema más.
¿Pero que hacer
si pienso en ella como en ninguna?.
Juré no volver a escribirle
ni un solo poema más

aunque estuve muy cerca ayer.



3 comentarios:

Felipe Marín Álvarez dijo...

Llegó tu comentario a mi blog y me sentí dichoso, además presentía que no sólo me regalabas un piropo, sino que además seguro que habrías escrito algo por aquí; una de tus historias urbanas, o uno de tus poemas de canalla enamorado, de criatura dura y rota, de bar y de pitillo apagado, y de corazón abierto en canal.

Y aquí me tienes amigo Pelayo. Ya sabes que te necesito para escribir. Como necesito leer un poco de buena literatura antes de poder darle la puntilla a cada día. Así que menos mal que has vuelto. Ahora tengo otro motivo para meterme en el Internet. Fíjate, ayer me decía; cualquier día lo dejo. Hoy me digo: ¿Cómo lo voy a dejar ahora que mi amigo Pelayo vuelve a las andadas? no me lo puedo perder.

Tengo ganas de decirte algo: Todas las mujeres del mundo se merecen al menos a un poeta. La tuya, o las tuyas, son muy afortunadas contigo, aunque quizás no lo sepan, y aunque ya no tengas veinte años. Pero ya sabes; nadie es perfecto.

Gracias por escribir. Gracias por escribir, también para mí.

LatitadeAlmendras dijo...

Escribele a ella o no, pero escribe. Y déjame leerte, que es un placer y ya te echaba yo de menos.
Un abrazo

Pelayo dijo...

A ella desde luego no, latita... una persona como ella no se merece ni un solo poema.