domingo, 11 de enero de 2009

Es casualidad

Es tambien casualidad
que me venga ahora a la cabeza
un consejo que me dió mi padre hace años.
"¡Los hombres nunca lloran!".

Yo tendría unos seis o siete años
y
aquello quedó grabado
en mi mente.
Desde entonces podía pegarma la ostia
más grande de la historia
con la bicicleta,
jugando al fútbol o
escalando un tajo,
que nunca lloraba.
Mis ojos se secaron.
No podía mostrar la debilidad
de las lágrimas ante nadie.

Pero había un chico que
conseguía enrojecer mis ojos.
Mi hermano.
Él era tres años mayor que yo
y
juntos disfrutabamos de una de las habitaciones
de nuestra casa para
jugar.
Todas las tardes nos metíamos en
aquella habitación para dar rienda suelta
a nuestra imaginación
y
emprender batallas entre nuestros
ejércitos de muñecos de barro.
Y todas las tardes mi hermano
terminaba expulsándome de la habitación
porque quería jugar solo.
Me echaba a empujones y cerraba la puerta con llave.
Y yo me moría de rabía con la oreja pegada a la puerta
mientras le oía imitar
el sonido de helicópteros,
bombas,
disparos y demás.
Lo hacía solo por joderme.
Lo hacía solo por hacerme de llorar.
Y lo conseguía.
Casi todas las tardes se me escapaban lágrimas.
Lágrimas que no eran de dolor,
sino de rabia
e impotencia.
Y por eso las dejaba escapar.
Porque había aprendido a resistir las lagrimas ante el sufrimiento físico,
pero me era imposible retenerlas ante la imposibilidad
y la injusticia.
Entonces acudía a mi madre para que
ella aplicara la ley.
Aquella habitación era tan mía como de mi hermano.
Yo tenía el mismo derecho que él a jugar allí .
Pero mi madre hacía oidos sordos.
Él era el mayor, y eso bastaba.

Como decía, es casualidad que me haya
venido a la cabeza este recuerdo,
ahora que paseo un pañuelo entre mis ojos
al ver en el noticiario las imágenes
de palestinos muertos en Gaza.
Y es tan duro e injusto como
para hacer llorar a
un hombre.
Pero dicen que los hombres
no lloran.
¿Lloras tu?.

1 comentario:

Felipe Marín Álvarez dijo...

Por fin.
Necesitaba que volvieras.
Aunque sea para saber que tu también lloras.