miércoles, 28 de enero de 2009

Antes de cualquier posible final

El hombre de la barra del bar
solo bebe.
No habla.
No piensa.
Creo que apenas respira.
Su único interés está
en la copa que sostiene en
la mano derecha.
A veces levanta la cabeza,
mira alrededor con ojos vidriosos
y
pone cara de extrañeza ante
los rostros de los demás clientes.
Atolondrado,
levanta la palma de la mano e
intenta matar una mosca que pasea por el mostrador.
Vuelve a agachar la cabeza
y
emite un enorme suspiro
que suena a llanto.

Supongo que los suspiros,
son los quejidos
del alma.

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