miércoles, 28 de octubre de 2009

Casa Ramón

El local me encanta. Es pequeñito, muy acogedor,
con un ventilador de madera en el techo, una barra alicatada de azul,
tres mesas, varias sillas y un ventanal enorme con vistas a la calle.
Un aroma agradable, mezcla de café y Coñac, se respira en el ambiente.
Las paredes están decoradas con fotografias tomadas por Ramón, dueño del bar,
en el valle del jerte y la sierra de Grazalema.
Es un buen tipo.
Ni muy alto, ni muy bajo.
Ni muy gordo, ni muy delgado.
Ni muy tonto, ni muy listo.
Lo necesario para mantener una conversación de rigor y
después comprender que necesitas tu tiempo para beber tranquilo.
Los seres humanos somos animales de costumbres, y yo, me
he acostumbrado a este sitio.
Es como una embajada fuera de mi pais.
Una extensión de mi hogar en la calle.

Solo tiene un fallo.
Tengo que tomar café todas las mañanas leyendo el jodido ABC.

2 comentarios:

Felipe Marín Álvarez dijo...

Menudo fallo tiene tu embajada.
Ve pidiendo, de mi parte, el libro de reclamaciones y medio mollete de Antequera.

Pelayo dijo...

¡Ojalá tuviera Ramón molletes de Antequera!...que lejos queda eso...pero si le voy a ir pidiendo el libro de reclamaciones y una tapita de callos que le salen de puta madre. Para ti, otra.
Un abrazo