jueves, 22 de octubre de 2009

Palabras robadas

Empapados, helados, esperamos el alba. Cubría aún el mar la bruma. El farol se había apagado, cuando Quee­queg se puso en pie con una mano en la oreja. Oímos un crujido como de vergas y aparejos. El ruido se acercaba más y más, y entre la bruma distinguimos de pronto una confusa pero enorme silueta. Todos, aterrados, nos lan­zamos al agua, al echársenos encima el buque. Vimos flotar en el agua la barca abandonada, y la enorme masa pasó sobre ella; y ya no se la volvió a ver hasta que reapareció a popa medio volcada. Nadamos en direc­ción a ella y poco después el barco nos recogió. Las otras lanchas habían abandonado la caza y regresado al barco, antes de que la borrasca se les echara encima. A bordo habían perdido las esperanzas de encontrar­nos, pero habían continuado buscándonos por allí. Nos habíamos salvado.
-Queequeg -dije a mi amigo cuando nos izaron a bordo-, ¿ocurre esto muchas veces? -él asintió, silenciosamente. Yo me volví hacia el segundo ofi­cial-. Señor Stubb, creo haberle oído que el señor Starbuck es el más prudente de los balleneros. ¿Es aca­so prudente lanzarse sobre una ballena herida en medio de la bruma y la borrasca?
El segundo oficial, que chupeteaba su pipa, asintió:
-Seguro. Yo he arriado las ballenas de un buque que hacía agua, a la altura del Cabo de Hornos.
-Esa es la ley de la caza -añadió Flask a su vez.
Así que yo ya había aprendido algo sobre las balle­nas y la forma de cazarlas. El principal deber de un ba­llenero era perseguirlas fuera como fuese y en cualquier circunstancia.



Herman Melville; De su libro, Moby Dick

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡ Hola Pelayo !!, ¿que tal estas ? leo que de nuevo en la brecha y me alegra. Muchas de las cosas que dices son aquellas que a uno también le gustaría decir sin vergüenza. Aunque yo también tengo largas ausencias, me ha encantado leerte de nuevo.

Pelayo dijo...

Gracias amigo anónimo. Si, es cierto, las largas ausencias a veces llegan, pero también son necesarias.
Un abrazo

Felipe Marín Álvarez dijo...

!Qué vergüenza más buena no haber leído todavía el libro de la ballena blanca! Digo "buena" porque aun me queda darme ese gustazo.
En cuanto me termine "Los Episodios Nacionales" me lo ventilo.
Un abrazo, Monstro!