miércoles, 2 de julio de 2008

Una poesia


Anoche escribí una poesia.

Estaba borracho apalancado en la barra de un bar.

Recuerdo que metí mi mano en el bolsillo de la chaqueta y encontré un bolígrafo.

No sabía como había llegado aquél bolígrafo al bolsillo de mi chaqueta pero tampoco sabía

como había llegado yo a aquél local con olor a meado y repleto de individuos sin ninguna clase.

Cogí una servilleta de papel y escribí algo.

Se lo regalé a la camarera que reinaba trás la barra y me lo agradeció soplándome un beso.

Ella se lo enseñó a una rubia que tenía pinta de ser la meretriz del callejón trasero, y esta a otros clientes del bar .

De pronto las ocho o diez personas del local hablaban de mi poesía.

Todos intentaban explicarla desde un punto de vista distinto según su libre interpretación.

La camarera me llenó el vaso y yo le pregunté que si por cada poesía que escribiese

me pondría una copa, ella contestó que dudaba que escribiese una mejor.

Reí.

La gente hablaba, y yo no paraba de apretarme Whiskys.

Un hombre bajito que tenía cogido el culo a una vieja que se dejaba querer por todos

me preguntó si se refería al desamparo que sentimos hoy dia en la sociedad.

Otro tipo alto con pinta de cocainómano al que llamaban "caracortada"

me afirmaba gesticulando y moviendo exageradamente los brazos para ganarse mi atención

que era la demostración de la creatividad del cerebro humano en estados alterados de conciencia.

-¡Lee a Albert Hofmann!, léelo de veras.

-Lo haré amigo, lo haré.

Yo a todos les daba la razón.

Me limitaba a beber y asentar con la cabeza.

Al terminar la copa noté que necesitaba aire, necesitaba caminar tambaleándome,

apoyándome en cada farola, en cada semáforo y en cada buzón de correos hasta llegar a casa.

Esos caminos tortuosos a veces me gustan.

Pedí un cigarrillo para el camino y abandoné aquella servilleta en las manos de cualquier borracho.

Esta mañana me he acordado de ella.

No recuerdo como decía, pero seguro que ninguno de los que anoche la leyeron y

estuvieron discutiendo sobre ella se vuelvan a acordar jamás.

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